Estupor e indignación en Colombia al revelarse que residencias oficiales del gobierno fueron amobladas con todos los lujos posibles.
Por Ángela Betancourt
El presidente Gustavo Petro y la vicepresidenta Francia Márquez estarían haciendo lo que en sus tiempos de opositores criticaban, aprovechando los dineros del Estado para adquirir lujos a nombre de la Presidencia de la República.
Así quedó demostrado con la orden de compra del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre) –que dirige el exsenador Mauricio Lizcano–, que mostró cómo usaron $172 millones para amoblar sus residencias oficiales.
Fue tal el alboroto que se armó por esas adquisiciones que Lizcano tuvo que salir a explicar las compras justo el mismo día que el secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, visitó a Petro en Bogotá.
Esas viviendas existen desde antaño para que el alto gobierno, sus familiares e invitados tengan un lugar para hospedarse, tanto en Bogotá como en Cartagena, y estaban acondicionadas desde años atrás. Sin embargo, el Ejecutivo aseguró que recibió esas casas sin sábanas, cobijas y colchones, justificando los millonarios gastos de las remodelaciones por las que compraron electrodomésticos y artículos para el hogar.
La discordia actual radica en dos contrataciones efectuadas a través de la plataforma de Colombia Compra Eficiente, una por $93 millones y otra más por $79 millones. Para hacerse una idea, con esa cantidad de dinero se podrían adquirir dos viviendas de interés prioritario, que son las que construye el Estado para las personas de escasos recursos que no tienen con qué comprar un propiedad dentro del mercado inmobiliario normal.
Con esas dos facturas a la empresa Polyflex se compraron 95 artículos para cuatro casas de Estado y de huéspedes que son administradas por la Presidencia y Vicepresidencia. Según el gobierno, esas dos viviendas tienen 34 habitaciones.
La principal actividad comercial de Polyflex está enfocada en los contratos con el sector público, mediante los que comercializa elementos como motos, gasodomésticos, artículos de ferretería, pinturas, utensilios de uso domésticos, cocina y electrodomésticos. Esos últimos fueron los que adquirió el “gobierno del cambio”.
Las suntuosas compras que efectuó Palacio en septiembre son apenas los casos más recientes de controvertidas adquisiciones hechas por el “gobierno del cambio”, después de que se empleara al coreógrafo Nerú Martínez, amigo de la primera dama Verónica Alcocer como instructor de gimnasio del Palacio por $28 millones.
Es más, Verónca Alcocer recibió $63 millones del Fondo Rotatorio de la Cancillería y en calidad de viáticos para viajar bajo el rótulo de embajadora de Colombia en misión especial por Japón, Reino Unido y Estados Unidos.
Una amiga personal suya, la catalana Eva Ferrer, fue designada como consejera para la niñez. Ferrer había manejado su estrategia de comunicaciones en campaña y es tan cercana a Alcocer que viajó con ella en su gira internacional, a pesar de que las tareas de su cargo no implican labores diplomáticas. La española y la primera dama se conocieron en uno de los viajes de la primera dama a España cuando Petro era alcalde de Bogotá. ¿Por qué una amiga personal de la familia está en un cargo de la Presidencia?
El todo caso, la contabilidad de los gastos que ha ordenado el Dapre en los escasos dos meses del gobierno dejan números que dan cuenta de lujos estrato seis con dineros públicos.
Gustavo Petro llegó a la Presidencia con la promesa de un gobierno del cambio en el que la austeridad era un valor intrínseco a sus planteamientos políticos de antaño. Lejos de escatimar en gastos para ahorrar recursos públicos, las dos órdenes de compra para amoblar las residencias oficiales dejaron ver una selección de lujos.
El ítem más costoso de ese catálogo fue una cubierta de vitrocerámica marca La Cusine. En términos del colombiano de a pie, un fogón de última tecnología que costó $34,8 millones, a pesar de que la cocina de las casas presidenciales había estado operando desde gobiernos anteriores y de que los connacionales que el gobierno dice representar, en su mayoría clase media o baja, tienen estufas más sencillas.
A ese infraestructura digna de una cocina de chef cinco estrellas se suma un televisor Samsung de 85 pulgadas por $27,5 millones, un elemento de última tecnología y del tamaño de una valla publicitaria. A falta de un televisor, el Dapre compró dos más. Se trató de un par de dispositivos de 70 pulgadas, también de marca Samsung, por un total de $10,8 millones por ambas unidades. Es decir, $5,4 millones por cada uno.
Incluso, el Ejecutivo adquirió otra cubierta vitrocerámica eléctrica de esa misma marca y por un costo de $7,3 millones. En la suntuosa compra hay todo un listado más de electrodomésticos: dos licuadoras por $1,8 millones, tres planchas de ropa de las que solo una costaba $754.400, cinco calentadores de $2,7 millones, una vaporera de $463.600 y un sartén antideslizante de $399.900.
La lista no termina ahí. El Dapre que administra Mauricio Lizcano también aprobó la adquisición de una sanduchera de $357.000, dos procesadores de alimentos y dos batidora, cada ítem por $922.800, una cafetera de $384.500, una aspiradora de $745.500 y siete lámparas que juntas sumaron más de $2,7 millones.
Solo ese catálogo de electrodomésticos de última generación tuvo un costo de $93 millones. Fue tal el revuelo suscitado por las contrataciones que la Presidencia divulgó un comunicado en el que aseguró que el equipo audiovisual era requerido para uso institucional en las salas de juntas que tienen esas viviendas, por lo que aseguran necesitaban cumplir requerimientos técnicos “especiales”. Esa misma explicación fue acuñado por la compañía Polyflex.
El Dapre no solo compró artículos de última tecnología, también adquirió lencería para el hogar tan costosa como la construcción de una vivienda de interés social.
La otra lista de compras del Ejecutivo suma más de $79 millones y en esta hay componentes excéntricos como cobijas y almohadas hechas con plumas de aves y hasta juegos de cama de 500 hilos, uno de los artículos de lencería del hogar más extravagantes que se consiguen en el mercado de los textiles.
Esa adquisición despertó las críticas de los animalistas. En campaña el presidente prometió sumarse a la agenda por la defensa de los animales en el Congreso, incluso de cuenta de ello consiguió el respaldo de legisladores pro derechos de los animales como la como la senadora verde Andrea Padilla.
Junto a Padilla firmó un compromiso por el respeto animal en su gobierno y, a pesar de ello, en su lista de compras hay un elemento que nace de la crueldad con los animales: dos cobijas de plumas de ganso que juntas tuvieron un valor de $8,1 millones.
Para fabricar esos productos las industrias crían aves a las que les arrancan sus plumas, sin anestesia y dejando los poros de su piel en sangre. A los gansos o patos les quitan las partes de su cuerpo 4 o 5 veces en el lapso de su corta vida, que la pasan encarcelados en jaulas, hasta que dejan de ser útiles para las industrias y los sacrifican, como lo ha documentado la ONG Animanaturalis.
Además de los edredones de ganso, el Dapre invirtió $10,5 millones en ocho juegos de cama, otros $15,2 millones en igual número de cubrelechos y $8 millones en 16 cojines decorativos. En otros términos: el “gobierno del cambio” compra cojines de $500.000.
Entre los artículos también se cuentan dos juegos de cama de 300 hilos que superaron los $2,5 millones, otros dos cobertores de la misma calidad por $3,2 millones y cuatro cojines más para uso decorativo por $1,9 millones. Es más, en el listado está un plumón de tela de microfibra de casi $1 millón, otros cuatro que juntos sumaron $4,3 millones e igual número de juegos de cama por $8,4 millones.
El combo de lencería de hogar adquirido por la administración Petro con dineros del Estado se completa con cuatro fundas de almohada que juntas le valieron al Estado $2,5 millones, igual número de cobertores para las camas por $11,5 millones y otro combo de cuatro cojines por $2,5 millones.Lizcano, el director del Dapre, salió en defensa de esos contratos. “Luego de una solicitud de la Jefe de Casas evidenciando necesidades urgentes para el correcto funcionamiento de estas (se recibieron sin sábanas, sin cortinas o sin colchones), la dirección administrativa del Dapre tomó la decisión de adquirir estos productos”, escribió.
Entre esas sábanas de 500 hilos, con plumas de ganso y cojines de medio millón de pesos dormirán el presidente, la vicepresidenta, la primera dama y quienes ellos consideren como sus invitados especiales.
Todos los montos son en pesos colombianos.