Por Francisco Poleo
El reinicio de la negociación entre la Plataforma Unitaria y el PSUV está a la vuelta de la esquina. Tan pronto como el próximo fin de semana volverían los negociadores a México. Por un lado, el jefe es el opositor Gerardo Blyde, quien ya confirmó su participación. Por el otro, quien lleva la batuta es el pesuvista Jorge Rodríguez, quien negocia con EEUU algunos detalles previos. Ya saben, en los detalles suele estar el diablo.
Actor principal en la negociación será Chevron, la petrolera estadounidense que aspira a quedarse con el lomito venezolano. Exxon en el Esequibo y Chevron en Venezuela. Los norteamericanos están a punto de quedarse con las mayores reservas petroleras del mundo. Aunque el director ejecutivo «chevronista» niega que cabildeen ante la Casa Blanca para el levantamiento de las sanciones, lo cierto es que quieren que, cuando les renueven la licencia para trabajar en Venezuela que vence este 30 de noviembre, se les permita operar como Dios manda y no sólo hablar con el régimen madurista.
Chevron y el PSUV han aprovechado el permiso de la Casa Blanca para dialogar. Tienen intereses comunes. Por eso, los psuvistas dicen que se sientan si Chevron arranca operaciones a toda marcha. Los bidenistas dicen que eso sólo ocurrirá si la negociación arranca y se mantiene viva en torno al asunto raíz de la crisis venezolana, que no es otro que el político: un calendario electoral justo, unas condiciones que garanticen elecciones libres, la devolución de las tarjetas de los partidos políticos opositores a sus justas autoridades, entre otras cosas.
Es decir, EEUU se llenará de petróleo venezolano si Maduro no marea la perdiz. Deberá asumir el meollo del asunto: la regularización de la vida política de Venezuela mediante unas elecciones libres y justas que no sólo revivan la posibilidad de hacer negocios sino que también frenen la estampida migratoria hacia las fronteras estadounidenses. Un efecto colateral de esto puede ser la libertad de los venezolanos.
Es lo que hay.