El lío involucra al entrenador, Gregg Berhalter; el jugador Giovanni Reyna; su padre, Claudio (capitán estadounidense en dos mundiales), y sus familias.
Por Pete Romero
Estados Unidos firmó en el Mundial de Qatar una campaña que, aunque no estuvo todavía a la altura de su participación histórica en Corea del Sur/Japón 2002 (cuartos de final), da margen a cierta ilusión con miras a la Copa del Mundo que coorganizará en 2026 junto a Canadá y México.
El equipo norteamericano superó una compleja etapa de grupos que conformó junto a Gales, Irán e Inglaterra antes de ser eliminado por Países Bajos en los octavos de final, con un plantel de muchos jóvenes que ocupan lugares importantes en ligas europeas. Pero gran parte de ese proceso está ahora amenazada por un escándalo que explotó en los últimos días, sacudiendo al mundo del soccer, y que involucra al entrenador, Gregg Berhalter; el jugador Giovanni Reyna; su padre, Claudio (capitán estadounidense en dos mundiales), y sus familias. Una historia de traiciones, violencia y chantaje.
El detonante de la situación se dio en Qatar, como consecuencia de una terminante decisión de Berhalter: en los primeros días de la concentración le comunicó a Giovanni Reyna, jugador clave en Borussia Dortmund a pesar de haber cumplido recién 20 años, que su papel en el Mundial sería “limitado”. La reacción no fue satisfactoria: el volante comenzó a hacer menor esfuerzo en los entrenamientos, la situación generó malestar en la delegación y culminó con el DT ordenándole a Reyna que pidiera perdón frente a sus compañeros.
Ningún detalle de este episodio se conoció hasta después de la participación de Estados Unidos en el Mundial. Fue el propio Berhalter quien lo reveló, durante una cumbre de liderazgo moral en Nueva York el 11 de diciembre: “Tuvimos un jugador que claramente no estaba cumpliendo con las expectativas en la cancha ni fuera de ella. En el cuerpo técnico nos sentamos durante horas dirimiendo qué íbamos a hacer con él. Estábamos listos para reservar un pasaje de vuelta a su casa; así de extrema era la situación”, contó el ex defensor, que aseguró que posteriormente no hubo más inconvenientes con Reyna, de quien por entonces no reveló quién era.
Cuando las declaraciones salieron a la luz, también afloraron las especulaciones acerca de la identidad del jugador del que hablaba Berhalter, y Reyna fue el principal apuntado por los medios estadounidenses. Apenas un día pasó antes de que el mediocampista reconociera que se trataba de él, no sin criticar directamente a su entrenador por haber ventilado el incidente. “Creo que lo que ocurre en el contexto de un equipo debe permanecer como privado. Dicho esto: se ha hecho declaraciones que se hacen eco de mi profesionalismo y mi carácter”, abrió su comunicado en Instagram. Y luego fue más directo: “Estoy muy decepcionado por la cobertura continuada del hecho y extremadamente sorprendido de que alguien en el cuerpo técnico haya contribuido a ella.
El entrenador Berhalter siempre dijo que los inconvenientes que surgieran en el equipo iban a ser resueltos puertas adentro para que nos enfocáramos en la unidad y el progreso”.
Pero a pesar de que el tema fue inicialmente aclarado por todas las partes involucradas, el conflicto ganaría figuración por lo bajo. El mismo día en que trascendieron los dichos de Berhalter, una fuente entonces anónima intentó elevar un reclamo a la federación estadounidense, US Soccer, acerca de un episodio de violencia que supuestamente el director técnico protagonizó contra su mujer, y madre de sus hijos, Rosalind, en 1991. Esa información salió a la luz este martes, a partir de lo cual Berhalter contó su versión en un extenso comunicado: “Una noche, mientras tomábamos en un bar local, Rosalind y yo tuvimos una fuerte discusión que continuó afuera, y terminó conmigo dando patadas a sus piernas”, reveló. Berhalter y su esposa continúan juntos al día de hoy. “Tengo cero excusas por mis acciones de aquella noche; fue un momento vergonzoso por el que arrepiento”, continuó en el mensaje, en el que explicó que tanto él como su esposa hablaron de lo que pasó con sus allegados y él después hizo terapia para “aprender, crecer y mejorar”.
Cuando Berhalter se hizo eco del episodio, la propia federación se expidió sobre la situación. Informó que había contratado un estudio de abogados para realizar una investigación independiente, agradeciendo a los Berhalter por haber hablado abiertamente sobre el incidente, y señalando que condenaba “todo tipo de violencia” y tomaba “las alegaciones muy en serio”. Y también comunicó que hubo “comportamientos potencialmente inapropiados hacia varios miembros del cuerpo técnico por parte de individuos fuera de la organización” cuando tuvieron lugar los reclamos. Este miércoles se terminó de conformar el rompecabezas, cuando ESPN reveló la identidad de los autores de aquellas denuncias: los padres de Reyna, Claudio y Danielle.
“Intentó aprovechar una situación de hace mucho tiempo para terminar mi relación con la federación estadounidense”, acusó Berhalter a Claudio Reyna, aludiendo a la relación que ambos comparten desde hace décadas. Crecieron juntos en Nueva Jersey, jugando al fútbol en categorías infantiles y de secundario, y compartieron el plantel en los mundiales de 2002 y 2006; incluso, cuando tenían 14 años vivieron unidos brevemente en la Argentina, junto a los abuelos de Claudio.
Hay más vínculos: sus mujeres, Rosalind Santana y Danielle Egan, fueron compañeras de cuarto en la Universidad de Carolina del Norte, en la que también jugaron juntas. Por ende, las relaciones entre los cuatro eran de cercanía cuando ocurrió el hecho de violencia en 1991. Y algo más: los dirigentes de la federación que recibieron los reclamos de los Reyna fueron Earnie Stewart y Brian McBride, ex compañeros de Berhalter y de Reyna en Corea del Sur/Japón 2002.
Tanto Claudio como Danielle enviaron comunicados en los que confirmaron algunas, no todas, las versiones que surgieron de la prensa. Danielle se distanció de las acusaciones de mala conducta: “Quiero dejar muy claro que no pedí el despido de Gregg, no amenacé a nadie y no sé nada acerca de intentos de chantaje”, advirtió. Pero también desacreditó en parte lo afirmado por Berhalter: “Sin entrar en mayor detalle, los mensajes minimizan significativamente la violencia de aquella noche. Rosalind Berhalter era mi compañera de cuarto y de equipo, y también mi mejor amiga, y la apoyé a lo largo de todo el trauma que vino después. Pasó un largo tiempo para poder perdonar y luego aceptar a Gregg […] y yo habría esperado que mostrara la misma gracia para con Gio [Reyna]”.
A su vez, su marido manifestó haberse sentido “molesto” por los comentarios de Berhalter de diciembre y dijo que había elevado su reclamo a Stewart para “evitar mayores comentarios”, y que la situación no escaló más allá de eso. “En Qatar compartí mis frustraciones sobre la experiencia de mi hijo en Qatar con muchos amigos, Earnie y Brian McBride entre ellos. Sin embargo, en ningún momento amenacé a nadie, ni tampoco lo haría”, indicó.
Quedan pendientes los resultados de la investigación de la federación, cuyo contrato con Berhalter finalizó en diciembre. US Soccer no decidió aún si renovará el vínculo, por lo cual el asistente Anthony Hudson se hará cargo del equipo para los próximos amistosos, contra Serbia y Colombia a fines de enero. Queda en suspenso qué sucederá con la carrera de Giovanni Reyna en la selección.
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