El papa Francisco presidió el funeral y se detuvo de pie algunos minutos delante del féretro y puso su mano sobre él.
Por José Piñeiro
El féretro con los restos mortales del papa emérito Benedicto XVI fue trasladado desde la plaza de San Pedro, donde se expuso para la misa funeral, a las Grutas Vaticanas, donde fue enterrado en la tumba que perteneció al santo Juan Pablo II.
El ataúd fue llevado por 12 «sediarios», los portadores de las antiguas Sillas Gestatorias y los fieles en la plaza de San Pedro saludaron con un fuerte aplauso.
Antes de entrar en la basílica, el papa Francisco que presidió el funeral se detuvo de pie algunos minutos delante del féretro y puso su mano sobre él.
Los cerca de 130 cardenales que asistieron al funeral también entraron en la basílica para el saludo final mientras sonaron las campanas de San Pedro.
En la plaza de San Pedro, algunos fieles sostuvieron en una gran pancarta en la que se leía «Santo Subito» (santo ya), la petición que también resonó con fuerza durante el funeral de Juan Pablo II.
La procesión con el féretro pasó por delante de la tumba del Apóstol y llegó hasta el lugar de la sepultura.
El féretro de madera de ciprés fue precintado con cintas rojas, en la que se pusieron los sellos de la Cámara Apostólica, de la Prefectura de la Casa Pontificia, de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del papa y del Capítulo Vaticano.
La caja de ciprés fue encajada en otra de zinc de cuatro milímetros de espesor, a su vez encajada en otra de madera de olmo barnizada.
Sobre esta última se colocaron un sencillo crucifijo y el escudo del pontífice difunto, y una sencilla lápida, en la que está escrito en latín el nombre del papa y las fechas de nacimiento y muerte, cubrirá el enterramiento.
Según la praxis, en la ceremonia que se celebró de manera privada y ante los más cercanos al pontífice, un notario del Capítulo de la Basílica Vaticana redactó el acta de la sepultura y la leyó ante los presentes.
Fue el mismo Joseph Ratzinger quien dejó como última voluntad ser enterrado en la pequeña capilla de las cripta vaticana, donde estuvo la tumba de Juan Pablo II antes de que en 2011 se trasladase a la parte superior de la basílica para su beatificación y posterior canonización.
Benedicto XVI descansará así a pocos metros de la tumba del Apóstol Pedro, al lado de la tumba de Pablo VI y frente a la de Juan Pablo I.