El autor considera que el año 2022 nos dejó un legado de problemas políticos, económicos y sociales.
Por Carlos Canache Mata
Escribo este artículo el 2 de enero, mientras el canto de los pájaros entra por la ventana a la biblioteca. Atrás quedó el año 2022, dejándonos un legado de problemas políticos, económicos y sociales.
En el área de la política internacional, continúa la guerra de Rusia contra Ucrania y no se avizora en el horizonte su cese. En su Mensaje de Navidad Urbi et Orbi, el Papa Francisco, hizo una exhortación: “Que nuestra mirada se llene de los rostros de los hermanos y hermanas ucranianos, que viven esta Navidad en la oscuridad, a la intemperie o lejos de sus hogares, a causa de la destrucción ocasionada por diez meses de guerra. Que el Señor nos disponga a realizar gestos concretos de solidaridad para ayudar a quienes están sufriendo, e ilumine las mentes de quienes tienen el poder de acallar las armas y poner fin inmediatamente a esta guerra insensata”.
En América Latina ha aumentado el número de los llamados gobiernos de izquierda, cuyos presidentes pasan temporadas alternándose entre la cárcel, por escándalos de corrrupción, y el palacio de gobierno, como acaba de ocurrir en Brasil con Lula, quien, después de estar 19 meses preso, ahora, el 1° de enero de este año 2023, ha asumido la Jefatura del Estado, con un Congreso dominado por sus adversarios, y, para complacer al disímil conjunto de fuerzas que lo apoyan, se ha visto obligado a crear 37 carteras ministeriales (antes eran 23).
En cuanto a la política interna o nacional, la dictadura de Maduro continúa, la libertad de expresión ha sido sepultada, centenares de periódicos han sido cerrados, 100 emisoras de radio fueron sacadas del aire el año que acaba de pasar, y están intervenidas varias plataformas digitales; sigue la judicialización de varios partidos políticos de la oposición poniéndolos, por un TSJ incondicional, en manos de impostores (los “alacranes” en el argot popular); no se abren las puertas de las ergástulas para los presos políticos y éstos son sometidos a torturas y otros tratos crueles, lo que ha provocado que los usurpadores del poder sean investigados por crímenes de lesa humanidad por parte de la Corte Penal Internacional.
Sin embargo, los sectores de la oposición programan unas elecciones primarias para seleccionar un candidato presidencial único que enfrentaría al candidato oficialista en las elecciones del 2024, si es que la presión internacional obliga a los usurpadores del poder a que haya unas condiciones aceptables para que honrosamente se pueda participar.
El desastre económico es mayúsculo. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), reveló que Venezuela registró la inflación más alta de Latinoamérica y el Caribe en el año 2022 al acumular un aumento de la inflación de 146% entre octubre de 2021 hasta octubre de 2022. Durante el año 2022, el bolívar se depreció y perdió el 73% de su valor frente al dólar. La cotización del dólar, usada en la mayoría de las transacciones comerciales, cerró el viernes 30 de diciembre en 17,48 bolívares cuando hace un año era de 4,59 bolívares.
En el mercado paralelo, el viernes 30 de diciembre el tipo de cambio fue de 18,55 bolívares por dólar, hace un año era de 4,73 bolívares por dólar. En los bienes y servicios, hay un impacto directo al subir el precio de la divisa, ya que en su mayoría, tienen los precios fijados en dólares. Tenemos un PIB que es el 15% del que había a finales de 1998, y un suministro eléctrico de 10% de la capacidad que había entonces. Un ex-ministro de finanzas del gobierno de Hugo Chávez que es crítico de la situación actual, el economista Rodrigo Cabezas, hace un balance de la economía venezolana, en esta forma: “Al término de 2022, los principales desequilibrios macroeconómicos y humanitarios continúan. Una inflación superior a 200%, el desempleo mayor del 42 %, un déficit fiscal del 11 % del PIB con su correspondiente financiamiento por el BCV, la imparable devaluación del tipo de cambio en 400%, un nivel de reservas internacionales por debajo de crítico, escasamente 4 mil ochocientos millones de dólares, un sistema bancario empequeñecido sin otorgar créditos, un crecimiento desenfrenado de importaciones que presiona la devaluación y reduce el mercado interno de la industria y agroindustria nacional y la industria petrolera sin poder recuperar inversión, estancada en 600.000 barriles diarios de petróleo, con ingreso anual que podría llegar a no más de 12 millardos de dólares, constatan dramáticamente y sin ningún lugar a dudas, el inmenso fracaso de la élite gobernante en mi país”.
En lo que respecta al aspecto social, la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), en su informe correspondiente a 2022, muestra que Venezuela no ha crecido con equidad. La concentración de la riqueza ha sido altamente regresiva. De acuerdo con el Índice de Gini, el instrumento más utilizado para medir la distribución de la riqueza, entre 2021 y 2022 se produjo un retroceso significativo. En 2021, este valor era de 0,407. En 2022, pasó a ser 0,603. Hay que recordar que, según este instrumento, mientras el valor más se aleja de cero y se acerca a 1, la distribución de la riqueza se hace más desigual.
El canto de los pájaros, que entra por la ventana, no asordina lo arriba dicho.
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