La segunda mayor economía mundial enfrentó grandes dificultades al cierre de 2022, cuando las exportaciones cayeron en diciembre.
Por José Piñeiro
La rígida estrategia de Cero Covid aisló a China y golpeó la actividad económica, sacudiendo las cadenas de suministros con repercusiones en la economía mundial.
En el cuarto trimestre, la economía china creció 2,9% interanual, por debajo del 3,9% del año anterior, informó la Oficina Nacional de Estadística (ONE).
Pekín se había planteado una meta de 5,5 % de expansión para el año pasado, inferior al nivel de 2021, cuando el PIB del gigante asiático creció más de 8 %. Pero la segunda mayor economía mundial enfrentó grandes dificultades al cierre de 2022, cuando las exportaciones cayeron en diciembre debido a una baja en la demanda global y las duras restricciones sanitarias.
Las cifras divulgadas este 17 de enero de 2023 son las peores desde la contracción de 1,6 % en 1976, el año de la muerte de Mao Zedong, y excluyendo 2020, luego de que emergió el coronavirus en la ciudad de Wuhan a fines de 2019.
Sin embargo, el crecimiento del PIB superó el 2,7 % anticipado como promedio por analistas. El dato del cuarto trimestre también excedió los pronósticos, lo que da algo de optimismo para 2023.
Según la ONE, la producción industrial china creció 1,3% en diciembre, con respecto al año anterior, mientras que las ventas al detalle declinaron 1,8%. La inversión en activos fijos subió 5,1% el año pasado y la tasa de desempleo urbano cayó a 5,5% en diciembre, desde 5,7% en noviembre.
«La buena noticia es que ahora hay señales de estabilización, ya que la política de apoyo adoptada hacia fines de 2022 se evidencia en la relativa resiliencia de la inversión en infraestructura y el crecimiento crediticio», señaló en una nota Louise Loo, economista de Oxford Economics.
Las dificultades económicas chinas del año pasado repercutieron en la cadena mundial de suministros, ya afectada por el declive en la demanda. Los confinamientos, cuarentenas y pruebas masivas obligatorias por el covid-19 provocaron el cierre de fábricas y negocios en ciudades grandes como Zhengzhou, sede de la mayor fábrica mundial de iPhone.
Pero Pekín levantó súbitamente las restricciones a inicios de diciembre, tras una serie de protestas en todo el país. El Banco Mundial proyectó entonces que el PIB chino se recuperará a 4,3% en 2023, una cifra inferior a las expectativas. Pero, entretanto, el país enfrenta un repunte en contagios de covid-19 que desbordó sus hospitales y personal de salud.
Asimismo, los problemas en el sector inmobiliario afectaron el crecimiento. Este sector, que junto al de la construcción representa más de un cuarto del PIB chino, ha sufrido desde 2020, cuando China comenzó a controlar su excesivo endeudamiento y la especulación.
Ese endurecimiento regulatorio marcó el comienzo de las preocupaciones financieras de Evergrande, exlíder inmobiliario chino que ahora está asfixiado por su enorme deuda. Las ventas de propiedades cayeron en varias ciudades y muchos desarrolladores luchan por subsistir.
Pero el Gobierno parece haber adoptado un tono más conciliador para revivir este sector, con medidas anunciadas en noviembre para promover su desarrollo «estable y sano». Tales medidas incluyen apoyo crediticio para empresas endeudadas y asistencia en préstamos para compradores de casa.