Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, ha sorprendido a todos al anunciar la convocatoria de elecciones generales para el 23 de julio. Esta decisión, se entiende, llega como respuesta al desastre electoral del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en las elecciones municipales y autonómicas celebradas el pasado domingo.
Según fuentes del periódico El Español, Sánchez ha tomado esta medida arriesgada basándose en un dato del 28-M: al extrapolar los resultados de las elecciones municipales a unas elecciones generales, el bloque formado por el Partido Popular (PP) y Vox no alcanzaría la mayoría necesaria para gobernar. Según estas estimaciones, el bloque de la derecha obtendría alrededor de 160 escaños, mientras que el PSOE mantendría prácticamente sus 120 escaños.
El objetivo de Sánchez, siempre según fuentes de El Español, es movilizar a la izquierda, que podría estar preocupada por la victoria de la derecha y la extrema derecha en las elecciones municipales. Se espera que esta estrategia ayude a contrarrestar el crecimiento de la ola conservadora y movilice a los votantes progresistas.
La campaña electoral del PSOE basada en anuncios y medidas aprobadas no ha tenido el impacto deseado, lo que ha llevado al presidente del Gobierno a tomar esta decisión de adelantar las elecciones. Esperar hasta diciembre podría aumentar el desgaste del Gobierno y reducir las posibilidades de rentabilizar las medidas adoptadas hasta ahora.
La convocatoria de elecciones generales también tiene implicaciones en las negociaciones para formar gobiernos autonómicos. El PSOE buscaba aprovechar el desgaste del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en esas negociaciones, pero ahora perderá esa ventaja estratégica. Algunos gobiernos autonómicos podrían constituirse después de las elecciones generales, lo que puede afectar la dinámica política a nivel regional.
Esta inesperada decisión de Sánchez también tiene como efecto neutralizar posibles movimientos críticos dentro del PSOE en aquellos territorios donde el partido no logró formar gobiernos. Los cambios de liderazgo y renovaciones quedarán pospuestos hasta después de las elecciones generales y la formación del Gobierno central.
“Hay que comprender la psicología de Sánchez. Su trauma es su expulsión del partido en 2016 tras la famosa reunión del Comité Federal. Es decir, el miedo a morir guillotinado por su propio partido. Convocando elecciones aborta ese riesgo. Aunque revela su debilidad: está solo”, explicó en Twitter el jefe de Opinión de El Español, Cristian Campos.
Pero la convocatoria adelantada puede ser cuchillo para el cuello de Sánchez. “La extrapolación es además absurda. Ningunas elecciones municipales se corresponden con el voto en las generales posteriores. De hecho, ganar las municipales es garantía casi siempre de ganar luego las generales por un margen mucho mayor”, consideró Campos.
En cuanto al resto de la izquierda, las próximas semanas serán cruciales para la coalición Sumar y Podemos, liderada por la vicepresidenta Yolanda Díaz. Tendrán que trabajar contrarreloj para comunicar la presentación de la coalición y elaborar las listas electorales. El mal resultado de Podemos y otros partidos afines acelerará el proceso de acuerdo para presentar una lista unitaria en las elecciones generales.
La convocatoria de elecciones generales por parte de Pedro Sánchez busca movilizar a la izquierda y contrarrestar el avance de la derecha. Esta decisión también tiene implicaciones estratégicas en las negociaciones autonómicas y neutraliza movimientos críticos internos. Las próximas semanas serán decisivas para las coaliciones y partidos políticos en su preparación para los comicios. Además, se deberá tener en cuenta un factor fundamental: la fecha de las votaciones. “Hay un detalle, eso sí, que introduce un elemento de incertidumbre enorme. Nunca se habían convocado elecciones generales en pleno verano. No en junio: a finales de julio. La abstención puede ser histórica y eso puede reventar todas las previsiones. A favor o en contra de él”, consideró también Cristian Campos.
Foto destacada: Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP, observa a Pedro Sánchez. Foto cortesía El Periódico.