Por Francisco Poleo
La oposición necesitaba un debate como el de este miércoles, amable y unificador. En medio de una campaña áspera y amarga, fue un bálsamo.
Los candidatos estuvieron de acuerdo en prácticamente todo, salvo con el espinoso tema de la estrategia a seguir con los candidatos inhabilitados, que además puede terminar solventándose en Washington, en donde actualmente se negocia liberar ciertos fondos a cambio de permitir la legítima participación de todos los aspirantes.
Los ganadores, si hay que escoger a algunos, fueron Freddy Superlano y Carlos Prosperi. El de Voluntad Popular mostró empaque, seriedad, serenidad y claridad en sus objetivos. El adeco, por su parte, mejoró un mundo en su oratoria y siempre tuvo respuestas concretas. Al haber sido ambos las grandes sorpresas, todo el mundo habla de ellos y eso, de por sí, los convierte en ganadores del cara a cara.
María Corina, por su parte, estuvo bien, sin más. Quizás su desempeño cayó plano por las altas expectativas que había sobre ella, pero la candidata de Vente no se destacó por no traer nada nuevo a la mesa. No perdió puntos, pero tampoco los ganó. Delsa Solórzano también estuvo a la altura, con mucha naturalidad en su desempeño, fresco y sin medias tintas, demostrando que domina la materia necesaria para la conducción del Estado.
En un punto medio estuvo Andrés Caleca. Político muy torero, hoy sorprendió con su frontalidad en algunas ocasiones. Sin embargo, la mayor parte del tiempo estuvo parco, tenso y sin profundidad. En el otro extremo, Tamara Adrián, quien más bien fue demasiado profunda al abusar de los tecnicismos. Era una profesora en la academia, no una candidata.
En cuanto a Pérez Vivas y Andrés Velásquez, sus discursos grandilocuentes eran una píldora de nostalgia de la Cuarta, sobre todo en el caso del gocho.
El perdedor, en todo caso, fue Henrique Capriles, quien se ausentó con la excusa de que el debate acentuaría la división, cuando ocurrió todo lo contrario.