Henrique Capriles, la cara de Primero Justicia en la carrera presidencial, ha sacudido el tablero al expresar su oposición a una medida económicamente conservadora: la reducción del gasto público. Este desacuerdo representa una línea divisoria en el paradigma económico que predomina en la política opositora venezolana.
Capriles ha sido tajante: «No estoy de acuerdo en reducir el gasto público». Este posicionamiento dibuja una clara divergencia frente a aquellos que propugnan una disminución del gasto como herramienta para la recuperación económica.
Esta perspectiva de Capriles parece desafiar el credo económico que ha dominado el debate en Venezuela, centrado en recortar el tamaño del Estado y el gasto público, incluso si ello tiene un impacto en los servicios sociales e inversiones en infraestructuras.
La postura de Capriles puede marcar un viraje en el debate económico entre la oposición venezolana. Aunque la mayoría de los partidos de oposición han tendido a inclinarse por políticas fiscales más conservadoras, Capriles parece indicar que algunos actores podrían estar dispuestos a considerar un papel más activo del Estado en la economía.
Sin embargo, este enfoque también amenaza con generar divisiones dentro de la propia oposición. Puede existir una considerable diferencia de opiniones sobre cómo afrontar la crisis económica en Venezuela. Armonizar estos puntos de vista divergentes será esencial si la oposición espera presentar un frente unido y eficaz en las próximas elecciones.