Por Ana Uzcátegui – Publicado en La Prensa de Lara
Estrepitosa ha sido la caída del financiamiento para la atención humanitaria de Venezuela por parte de la ONU este año. Situación que llena de preocupación a las ONG que desde 2017 han logrado visibilizar a escala internacional los casos de desnutrición infantil, crisis hospitalaria, pobreza, escasez de medicamentos, desabastecimiento y fallas en los servicios públicos que registra el país.
El 19 de julio, la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), por sus siglas en inglés, informó que sólo han recibido el 14% de los donativos que requieren para llevar adelante el Plan de Respuesta Humanitaria (PRH) que atiende a siete millones de venezolanos en el territorio, la mayoría son niños hasta en riesgo de morir.
Al 30 de junio, los principales donantes: Estados Unidos, la Comisión Europea, Suecia, Francia, Canadá, Alemania, el Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencia de la ONU, Noruega y Suiza tan sólo habían aportado $104 millones de los $720 millones que se requieren para el PRH este año. OCHA puntualizó que los fondos para asistir a la nación disminuyeron 25% en el primer semestre en comparación con 2022.
Feliciano Reyna, presidente de la ONG Acción Solidaria que brinda atención médica a pacientes con VIH, puntualizó en una conferencia vía zoom el martes 25 de julio, titulada: «Fondo de Protección Social para la atención de la Emergencia Humanitaria Compleja», que Venezuela es de los países con necesidades humanitarias que en promedio menos donativos ha recibido en 2023. «Mientras Afganistán, Yemen, República del Congo han recibido el 20% de los fondos de su PRH, Venezuela sólo 14%», exclamó.
Susana Raffalli, especialista en Seguridad Alimentaria, explicó a La Prensa que han sido varias las razones que han hecho que esos fondos disminuyan. Uno tiene que ver con ese discurso gubernamental que caló el año pasado de «Venezuela se arregló». Tanto la Cepal como el FMI, informaron que en 2022 la nación frenó su recesión económica, recuperando levemente su PIB, saliendo de la hiperinflación.
«Eso realmente ocurrió», señala Raffalli, pero lo que parecieran ignorar los países donantes u organismos de cooperación es que este año Venezuela vuelve a registrar contracción económica de 7% en el primer semestre, según el Observatorio Venezolano de Finanzas, y tiene una inflación anualizada de 404%, según el Banco Central de Venezuela, de las más altas del mundo.
«Venezuela entró en el ciclo natural de las emergencias prolongadas. No puede un país captar la atención diplomática ni de donantes en forma indefinida. Una cosa era lo grave que estábamos en 2017, cómo logramos montar el tema humanitario en el centro de las agendas del mundo. Luego en 2018 vienen las sanciones internacionales y eso detona aún más la necesidad de lanzar un auxilio a un país sancionado y entonces se abre la compuerta para que las Naciones Unidas desarrollaran el PRH en Venezuela, que además el Gobierno permitió su entrada. Luego hubo cuatro años de financiamiento continuo. Pero lo que pasó este año es que el cuerpo diplomático llega a un punto en el que dice: ¿bueno, hay que mantener el financiamiento a este mismo nivel o las cosas mejoraron un poco?, porque la acción humanitaria está supuesta a ser un alivio mientras la situación se revuelve, pero no a sustituir las responsabilidades del Estado», comentó.
Su experiencia tras haber estado en tres países donde se han registrado emergencias humanitarias por guerras la llevan a concluir que después de cinco años de entrega prolongada de financiamiento en un país, las emergencias humanitarias pasan a ser subregistradas por cansancio, y luego son consideradas emergencias olvidadas, como está pasando con Venezuela. Su gran temor es que mientras el país está recibiendo cada vez menos ayuda internacional, la crisis interna se ha empeorado, haciendo mella en la calidad de vida de la población.
«Naciones Unidas ha basado su plan de ayuda humanitaria para atender a siete millones de venezolanos desde 2019, pero están hablando de la población más necesitada en 10 estados del país, no en los 24. Las investigaciones de Cáritas Venezuela nos llevan a afirmar que posiblemente existen 16 millones de venezolanos con necesidades humanitarias», indicó Raffalli, durante el Foro «Fondo de Protección Social».
Cáritas, la ONG Católica, registra cifras alarmantes sobre la emergencia compleja que hay en el país. «Hay 4.8 millones de personas en una situación de inseguridad alimentaria moderada y severa. Están en riesgo de inseguridad alimentaria 9 millones de personas. Entre el 9 al 12% de los niños de cero a cinco años en Venezuela tienen desnutrición aguda, indicador que genera consecuencias no sólo inmediatas para ese niño en términos de su sufrimiento, sino para el capital humano en 30 años del país. Hay 450 mil niños con desnutrición aguda o en riesgo de tenerla, que si no se les atiende están en altísimo riesgo de morir en semanas o meses. También existen 600 mil niños que están ya afectados por desnutrición crónica», recalca Raffalli.
Pero afirma que lo más grave es que las necesidades se han complejizado. «No era lo mismo tener hambre en 2016 y tener algo de recursos o posibilidades de vender algo, a desplazarte a otra zona del país o emigrar, a tener hambre ahorita después de que gastaste seis años de la base familiar de recursos para haber llegado a eso. Esta no es la persona que llega a Cáritas pidiendo un plato de sopa, sino es la persona diciendo me quiero morir, o que llega víctima de una red de trata u otra serie de mecanismos humanos muy complejos que están afectando a las familias venezolanas», manifiesta.
María Alejandra Aristeguieta, internacionalista, contó a La Prensa que luego de cinco años de atención focalizada de la crisis humanitaria compleja de Venezuela los organismos internacionales han empezado a subregistrar las necesidades del país, también por la aparición de otras emergencias mundiales que requieren de ingentes recursos por parte de la ONU, como el caso de la invasión rusa en Ucrania.
«Han surgido otras crisis y Venezuela dejó de ser prioridad porque es un problema crónico, a largo plazo. Hay que tener claro que quienes están pidiendo dinero para atender la crisis humanitaria en Venezuela no es el Gobierno, son las ONG, la sociedad civil y las agencias de cooperación de la ONU que se han instalado en el país para poder llegar cada vez a más gente», explica.
Además de la guerra en Ucrania, ha ocurrido un terremoto en Siria y varias naciones se mantienen padeciendo los efectos de la guerra, del cambio climático y del deterioro económico que afectan a sus poblaciones, a los que Naciones Unidas está socorriendo.
El financiamiento que ha recibido Venezuela de la ONU para ayuda humanitaria ha servido para atender casos de inseguridad alimentarias y medios de vida, crisis de salud, proyectos que han permitido el saneamiento del agua en comunidades vulnerables, planes para combatir la deserción escolar y atender el programa de alimentación en estudiantes, necesidades de alojamiento, dotación de enseres e insumos en hospitales públicos, protección en casos de violencia de género y protección por agresiones contra los niños y adolescentes.
Susana Raffalli, nutricionista especializada en Seguridad Alimentaria, destacó que el Plan Humanitario en Venezuela de la OCHA se ha desarrollado de manera bianual desde 2019, pero nunca ha logrado cubrir completo los requerimientos financieros.
«Lo que ha ido sucediendo es que desde el primer plan de respuesta humanitaria de 2018 que logró captar financiamiento para ejecutarse hasta un 74%, hasta ahora la caída del financiamiento para Venezuela ha sido estrepitosa», mencionó.
Desabastecimiento de insumos es 50%
El doctor Julio Castro, médico internista e infectólogo, comunicó que el financiamiento de la ONU en Venezuela desde 2019 ha ayudado a salvar vidas. En el caso puntual de la crisis hospitalaria, afirma que el país no ha resuelto los problemas de desabastecimiento de insumos médicos, pero no está tan mal como en 2018.
«De 15 medicamentos básicos que deben haber en las emergencias hospitalarias, en 2018 el desabastecimiento era del 70%, ahora es de 50%», contó.
Informó que organismos de la ONU dotaron con plantas eléctricas a la mayoría de los hospitales del país.
«Las fallas de electricidad en los hospitales eran recurrentes, empezamos a medir el número de personas que fallecían durante el apagón. Pero a raíz de ese indicador que fue muy noticioso, las organizaciones relacionadas con Naciones Unidas y algunas otras organizaciones internacionales se abocaron a conseguir plantas de electricidad de emergencia. Hoy esas muertes durante cortes eléctricos han bajado 90%», concluyó.