La economía alemana no está en su mejor momento y no hay perspectivas positivas a la vista. Las múltiples crisis de los últimos años han hecho visibles las debilidades del modelo de negocios de Alemania.
Por Henrik Böhme – Pubicado en dw.com
La revista británica The Economist llegó a un veredicto devastador sobre la economía alemana antes de comenzar el siglo XXI: «Alemania es el enfermo de Europa”. Con el SPD y Gerhard Schröder, el país pasó luego a ser «la superestrella económica”, según un grupo de economistas de Berlín y Londres.
Y ahora, la expresión «el enfermo de Europa» vuelve a la escena: la economía alemana no se recupera. Cuando la economía se contrae dos trimestres consecutivos, se habla de «recesión técnica”. Todos los indicadores importantes apuntan hacia abajo, sobre todo, el Índice de Clima Empresarial del Instituto Ifo de Múnich. En julio cayó por tercer mes consecutivo. Los 9.000 directivos encuestados calificaron de peor tanto la situación actual de sus empresas como las perspectivas para los próximos seis meses. «La situación en la economía alemana se está volviendo más oscura», fue la conclusión del jefe de Ifo, Clemens Fuest.
También el economista jefe de Commerzbank, Jörg Kramer, compartió las poco optimistas perspectivas: «Los aumentos de las tasas de interés globales están pasando factura, sobre todo porque las empresas alemanas están de por sí inseguras debido a la calidad erosionada de la ubicación (como lugar de negocios)». Alexander Krüger, economista del Hauck Aufhäuser Lampe Privatbank, lo ve de manera similar: «El problema es que el rendimiento económico todavía está alrededor de su máximo anterior al coronavirus». Otros países están significativamente por encima, incluso en la zona euro.
Industria ya no es el buque insignia
Y no solo en comparación con Europa sino también con otras naciones industriales, Alemania sale mal parada. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), Alemania sería el único de los grandes países con recesión económica en 2023. El sector preocupante, la industria, ha sufrido los efectos de la debilidad de la economía mundial durante mucho tiempo. La reticencia de los clientes extranjeros se percibe en sectores muy dependientes de las exportaciones, como la ingeniería mecánica y la industria del automóvil. Además, el importante mercado chino no se está recuperando después de la pandemia, porque prefiere mantener su dinero en casa.
Una lista de causas
El declive de la economía alemana tiene muchas causas. Una es la política monetaria de los bancos centrales y las altas tasas de interés para frenar la inflación, lo que encarece el crédito para empresas y consumidores. También ralentiza la industria de la construcción y la disposición a invertir de las empresas.
Otros países de la zona euro, como Francia y España, también tienen que afrontar los mismos problemas, pero lo hacen mejor: «Todos nuestros vecinos europeos tienen una dinámica económica superior», confirmó Moritz Schularick, el nuevo presidente de la Instituto de Kiel de la Economía Mundial (IfW).
El exitoso modelo alemán de negocios ya no funciona. Las múltiples crisis de los últimos años (pandemia de COVID-19, problemas en la cadena de suministro y la guerra de Rusia contra Ucrania) han puesto de manifiesto las debilidades de Alemania como plaza de negocios. Y la lista continúa: las empresas sufren los altos costos de la energía, y los que han trasladado la producción al extranjero, ya no vuelven.
Se requieren soluciones audaces
Un estudio actual del DZ Bank considera que las medianas empresas, conocidas como la «columna vertebral de la economía alemana», corren riesgos por los altos precios de la energía, la escasez latente de trabajadores cualificados, la burocracia excesiva, los impuestos altos y la infraestructura y digitalización deficientes.
Schularik esboza una posible salida al dilema en el sitio web del IfW: «Si Alemania no quiere volver a convertirse en el ‘hombre enfermo de Europa’, debe volverse con audacia hacia los sectores de crecimiento del mañana en lugar de invertir con miedo miles de millones preservando las industrias intensivas en energía de ayer».
Schularik también habla de oportunidades perdidas de las últimas décadas y de la necesidad de subsanar una serie de problemas: «El retraso, a veces insólito, en todas las áreas digitales, la fuerte disminución de las capacidades estatales y de la infraestructura pública al igual que la falta de una estrategia sensata para aliviar la escasez de viviendas y para aumentar la inmigración dirigida a contrarrestar el impacto del envejecimiento de la fuerza laboral”.