El vino francés a punto de «evaporarse» y no precisamente en copas
Francia, conocida por sus vinos mundialmente famosos y elegantes viñedos, se enfrenta a un dilema inusual. Por increíble que parezca, está a punto de derramar una cantidad de vino equivalente a más de 100 piscinas olímpicas. Pero, ¿por qué alguien desearía deshacerse de este delicioso elixir?
«Hay una razón económica directa», dice el informe. Debido a la combinación de costos de producción en aumento y una caída en el consumo, algunos productores simplemente tienen demasiado vino en sus manos. De hecho, el excedente es tanto que están considerando destilar este vino en alcohol puro, que podría ser utilizado en productos tan variados como limpiadores y perfumes. Sí, en serio.
El Ministro de Agricultura, Marc Fesneau, comentó sobre la iniciativa, diciendo que el dinero destinado a la destrucción del vino tiene como finalidad «detener el desplome de los precios y a que los vinicultores puedan volver a encontrar fuentes de ingresos”.
Mientras tanto, Olivier Gergaud, un académico que ha investigado el mundo del vino, señala que este fenómeno no es exactamente nuevo. “El consumo de vino en Francia ha ido cayendo en picado desde su punto álgido en 1926″, afirma. En ese entonces, el ciudadano francés promedio bebía alrededor de 136 litros al año. En contraste, hoy esa cifra ha caído drásticamente a alrededor de 40 litros por persona al año.
Los desafíos no se detienen ahí. Con la reciente pandemia, la guerra de Ucrania afectando las importaciones y un clima cada vez más impredecible debido al cambio climático, los costos para los productores se han disparado.
Elizabeth Carter, una estudiosa del mercado del vino en Francia, menciona: «No me sorprende en absoluto que Francia intente destruir los excedentes y subir los precios limitando las cantidades, porque es algo con lo que llevan luchando desde el siglo XIX: la sobreproducción de vino».
La situación actual lleva a cuestionar el futuro de la industria vinícola en Francia y cómo se adaptará a los tiempos cambiantes. Gergaud finaliza diciendo: “Tenemos que ayudar a este mercado a transitar hacia un futuro mejor, quizá con más vinos que respeten el medio ambiente. La adaptación al cambio climático es un verdadero reto”.
En cualquier caso, el vino sigue siendo un elemento fundamental de la cultura francesa. Y, como diría el presidente francés Emmanuel Macron: una comida sin vino «es un poco triste”. Así que, ¡salud!