Dentro de un callejón desolado, cerca de un estadio, la vida de una adolescente de 13 años cambió para siempre.
En una tarde que debería haber sido como cualquier otra, el camino a casa se convirtió en una pesadilla para una joven de 13 años. El escenario: las sombras cercanas al Estadio Eliécer Camacho en Cocorote, Yaracuy. La figura central de este terror: Hugo Antonio Sánchez Petit.
El relato es el de una chica que salía de clases, pensando quizá en lo que cenaría esa noche o en la tarea pendiente. Pero Sánchez Petit, con intenciones oscuras, cambió todo al arrastrarla a un callejón, amenazándola con un cuchillo. El silencio del callejón fue interrumpido por un buen samaritano que, al cruzarse con la escena, intervino.
Si bien la joven pudo huir, marcada por la experiencia, el suceso desató una búsqueda inmediata por parte de la comunidad y la Policía de Cocorote. Al final, la justicia encontró a Sánchez Petit escondido, como si el mero acto de ocultarse pudiera borrar la vileza de sus acciones.
La Fiscalía 8va de Yaracuy no dudó. Los cargos de abuso sexual sin penetración eran claros. En un mundo donde los titulares pasan volando y las historias se desvanecen, este caso se mantuvo firme. El resultado: 14 años en la Estación Policial de Marín, San Felipe.
Este suceso, que resuena con ecos de historias similares en todo el mundo, subraya la constante necesidad de estar alerta, de protegernos y proteger a los demás. Pero también, nos muestra que a veces, incluso en los rincones más oscuros, hay esperanza y justicia. Y en medio del caos, es vital recordar: el bien puede, y a menudo prevalece, pero solo si actuamos.