El líder español hace eco en el escenario global y pone a Venezuela en la mira.
Pedro Sánchez, presidente en funciones de España, no se anduvo con chiquitas en la ONU. Desde el primer momento, mostró una postura firme y clara: las democracias deben ser defendidas y la ola extremista y reaccionaria no tiene cabida.
De Venezuela, Sánchez fue directo: «Reclamar el retorno a la democracia en Venezuela para devolver la esperanza de un futuro de oportunidades a su población.» Las palabras retumbaron en la sala, pero no quedó allí. España, según su líder, siempre será un socio comprometido para fortalecer la democracia, poniendo como ejemplos las negociaciones de paz en Colombia y el proceso constituyente en Chile.
Pero, ¿qué más está pasando? Según Sánchez, enfrentamos una «profunda crisis de desafección y desconfianza hacia las instituciones» y una «ola extremista y reaccionaria». Sin embargo, ve esperanza, y puso a España como ejemplo de una sociedad que defiende de manera «valiente y decidida» la igualdad y la justicia social.
No olvidó el cambio climático, un asunto que requiere «valentía y determinación». Para Sánchez, la solución es clara: una revolución tecnológica y económica sin precedentes. «Debemos impulsar una revolución tecnológica y económica sin parangón», afirmó.
Sánchez también hizo un llamado por el multilateralismo, defendiendo firmemente el sistema de la ONU, y rindió homenaje a la cooperante española Emma Igual, quien perdió la vida en Ucrania. Su mensaje fue contundente: no podemos quedarnos callados ante las violaciones de derechos humanos.
Como ya es tradición, Sánchez habló sobre el Sáhara Occidental y Gibraltar, reafirmando la posición española en ambos temas. Y con Europa en el punto de mira, celebró los logros del continente y expresó el deseo de España de albergar la sede de la futura Agencia Internacional de Inteligencia Artificial.