La controversia histórica se aviva tras la reciente licitación de bloques petroleros en aguas disputadas.
La disputa centenaria sobre el territorio Esequibo entre Venezuela y Guyana ha cobrado nueva vida en medio de crecientes tensiones geopolíticas. En su reciente aparición en el programa televisado «Con Maduro +», el presidente venezolano, Nicolás Maduro, extendió una rama de olivo a su homólogo guyanés, Irfaan Ali, proponiendo una reunión de alto nivel para resolver las diferencias de forma diplomática.
«Le ratifico al presidente de Guyana que estoy listo para reunirme con usted muy pronto en cualquier lugar del Caribe para dialogar», declaró Maduro, reafirmando su voluntad de cesar cualquier ilegalidad y promover la paz binacional. Esta invitación sigue a una semana de intensas tensiones después de que Guyana anunciara su intención de licitar bloques petroleros en aguas que ambos países reclaman como propias.
La respuesta de Venezuela no se hizo esperar. En un comunicado, advirtieron que defenderían su territorio, a lo que Guyana respondió calificándolo como una amenaza y llevando el caso a la Asamblea Nacional de las Naciones Unidas.
Maduro no esquivó la controversia en sus declaraciones, acusando directamente a Ali de tergiversar la «verdad histórica» sobre la disputa del Esequibo. «Los pasos que está dando su gobierno violan la legalidad internacional y ponen en riesgo la paz de la región», afirmó Maduro, instando a una intervención mediada por el CARICOM.
El telón de fondo de esta tensión es, sin duda, el petróleo. El Esequibo ha emergido como una región rica en petróleo y otros recursos naturales. En 2015, ExxonMobil reportó un importante hallazgo petrolero en la región. A partir de entonces, los descubrimientos continuaron, culminando con la certificación de al menos 9,4 mil millones de barriles de petróleo crudo equivalente en 2022.
La persistente disputa territorial, ahora exacerbada por la perspectiva de riquezas petroleras, ha llevado a ambos países a buscar un terreno común ante la Corte Internacional de Justicia. Sin embargo, con Guyana defendiendo el Laudo Arbitral de París de 1899 y Venezuela apoyándose en el Acuerdo de Ginebra de 1966, el camino hacia una resolución parece ser un desafío.
Mientras la tensión política se intensifica, las miradas del mundo se centran en esta región, observando cómo dos naciones manejarán un legado de desacuerdo en un mundo que necesita más que nunca colaboración y entendimiento.