El senador demócrata enfrenta cargos de corrupción por segunda vez en una década, pero se mantiene desafiante.
Bob Menéndez no es un extraño para los titulares, y ciertamente no para las acusaciones de corrupción. El senador demócrata por Nueva Jersey, de origen cubano, se encuentra una vez más en la mira de la justicia, habiendo sido acusado de aceptar sobornos. Menéndez se declaró no culpable en un tribunal de Manhattan, un giro de eventos que revive ecos de una década atrás, cuando se encontró en una situación similar.
El caso es tan concreto como contundente. La Fiscalía para el Distrito Sur de Nueva York alega que Menéndez y su esposa Nadine Arslanian aceptaron miles de dólares en sobornos. A cambio, el senador habría utilizado su influencia para favorecer a empresarios y al gobierno egipcio. «Dinero en efectivo, lingotes de oro, pagos de una hipoteca, un trabajo en el que se exigía una presencia casi nula para Nadine y un vehículo Mercedes-Benz», la lista de sobornos presuntamente recibidos es tan larga como extravagante.
Pero Menéndez no se ha doblegado. A pesar de las acusaciones y de las voces dentro de su propio partido que claman por su renuncia, incluyendo el gobernador de Nueva Jersey, Phil Murphy, y el senador Cory Booker, Menéndez se ha mantenido firme en su declaración de no culpabilidad y se ha negado a abandonar su escaño. Un acto de desafío o una confianza incuestionable en su inocencia, aún está por verse.
Esto no es un territorio desconocido para el veterano legislador. En 2015, enfrentó 14 cargos criminales relacionados con la aceptación de obsequios lujosos y donaciones de campaña de un oftalmólogo de Florida, Salomon Melgen, quien finalmente fue condenado. El caso contra Menéndez fue abandonado tras un juicio en el que el jurado no logró un acuerdo para un veredicto.
En este escenario, la rectitud o la corrupción de Menéndez se decide no solo en un tribunal sino también en la corte de la opinión pública. Con 30 años de carrera legislativa y una reelección en 2024 en el horizonte, el senador se enfrenta a un futuro incierto. Entre los descubrimientos de $500.000 en efectivo escondidos durante el registro del FBI a su residencia y las alegaciones contundentes, Menéndez camina una línea delgada entre la reivindicación y la ruina. Es un drama político en desarrollo, uno que promete más giros y revelaciones en los días y semanas venideros.