Un nuevo estudio revela una dicotomía en la percepción pública sobre la dirección del país.
Colombia parece estar atrapada en un baile de sentimientos contradictorios. Un reciente estudio del Centro Nacional de Consultoría (CNC) saca a la luz una Colombia que, en gran medida, está insatisfecha con su estado actual, pero que no ha perdido la esperanza en un futuro mejor. Más del 60% de los ciudadanos creen que el país ha empeorado en el último año, pero un porcentaje aún mayor se declara optimista respecto al futuro.
La encuesta “Ciudadanía y democracia” del CNC muestra una nación que, aunque frustrada y descontenta con temas como la corrupción y la seguridad, no está lista para rendirse. A pesar de que el 61,7% siente que Colombia no va por buen camino, un contundente 88% se mantiene optimista sobre el futuro. Una dualidad que pone de manifiesto la resiliencia y la esperanza, dos características innegables del espíritu colombiano.
El panorama sombrío no es infundado. La corrupción se cierne grande, señalada por el 45,2% de los encuestados como el problema más apremiante del país. A esto se suma la amenaza persistente de la violencia de los grupos armados y la delincuencia común, la lacra del desempleo y la mordida constante de la inflación. En resumen, un coctel de desafíos que han oscurecido el panorama nacional.
Pero aquí radica la paradoja: frente a esta avalancha de problemas, el optimismo no solo persiste sino que prospera. La mayoría de los colombianos, a pesar de los vientos en contra, creen en un futuro brillante, un testimonio de la fe inquebrantable en la capacidad del país para superar las adversidades y emerger más fuerte y unido.
La encuesta, que se realizó entre 1.223 personas de áreas urbanas y rurales, presenta un reflejo fiel de la Colombia actual: un país en medio de una lucha interna, enfrentando problemas profundos y arraigados, pero que aún cree en la promesa de un mañana mejor. En este escenario, la narrativa que prevalecerá aún está por escribirse. ¿Prevalecerá el descontento actual o el incansable optimismo se convertirá en la fuerza impulsora que guiará a Colombia hacia un futuro más promisorio? El tiempo, como siempre, tendrá la última palabra.