Los testimonios y pruebas digitales se amontonan mientras la Audiencia Nacional de España escarba en el pleito legal del exjefe de la RFEF.
El humo del escándalo aún se cierne sobre Luis Rubiales, el expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), y con cada testimonio y pieza de evidencia digital desenterrada, la trama se complica. Patricia Pérez, jefa de prensa de la selección femenina española, es la última en ser arrastrada al ojo del huracán.
“Recibí presiones,” admitió Pérez ante el juez Francisco de Jorge, desenmarañando la madeja de declaraciones y contradeclaraciones que ha enredado a la federación. El beso no consentido de Rubiales a la jugadora Jenni Hermoso sigue reverberando, una acción impulsiva que ha puesto en marcha ruedas de investigación y escrutinio.
En una era donde los teléfonos son casi una extensión de nuestro ser, el celular de Pérez se ha convertido en objeto de interés judicial. “Hizo entrega de su teléfono móvil en el juzgado”, un dispositivo que ahora será escudriñado en busca de pistas sobre las presuntas coacciones para manipular la versión de Hermoso sobre el incidente.
Y no está sola en esto. Rafael Hermoso, hermano de la jugadora, también ha cedido su teléfono para un volcado de datos. Cada mensaje, cada llamada, ahora es parte del registro público, un testimonio silencioso en una saga que sigue creciendo.
Mientras los acusados y testigos se preparan para un nuevo día en corte, las figuras detrás de la RFEF enfrentan su propio juicio público. García Caba, exdirector de Integridad de la RFEF, está en la línea de fuego, defendiendo su informe y la actuación de la federación frente a acusaciones que amenazan con ensombrecer la organización.
La ronda de testimonios no muestra signos de disminuir, y con la comparecencia de tres jugadoras de la selección en el horizonte, la atención está fija en la Audiencia Nacional. Rubiales, aunque ha renunciado, sigue siendo una figura central en un drama que se desenvuelve ante una audiencia nacional e internacional.