Una comisión del gobierno enfrenta la polémica y las preocupaciones de seguridad mientras intenta navegar por las aguas turbulentas de las relaciones energéticas internacionales.
El gobierno colombiano está dando un paso, buscando la aprobación de Estados Unidos para comprar gas a Venezuela, un movimiento que está levantando cejas y provocando un debate acalorado en el país sudamericano.
La comisión, liderada por el ministro de Energía y Minas, Andrés Camacho, y el presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa Barragán, se encuentra en medio de un tornado político. Se están enfrentando a la controversia y a las acusaciones de poner en peligro la soberanía y la seguridad energética de Colombia.
«La seguridad energética de Colombia está en peligro,» advirtió la representante Carolina Arbeláez, quien destapó pruebas de un presunto contrato para asesorar en la compra de gas de Venezuela.
Ecos del pasado
La relación energética entre Colombia y Venezuela tiene una historia. Un acuerdo de 2004 entre Ecopetrol y Petróleos de Venezuela (Pdvsa) se ha desenterrado, recordando a los colombianos un convenio que una vez permitió la compra de combustible, pero se quedó corto debido a las deficiencias de calidad del gas venezolano.
«Las condiciones de calidad del gas natural, el retiro del CO2, la elevación de la presión y el punto de rocío; elementos que aún no cumple el hidrocarburo venezolano,» un recordatorio de las deficiencias que han marcado la relación energética binacional.
En la mira de la corrupción
La iniciativa de importación de gas se ha visto ensombrecida por las sombras de la corrupción. Un escándalo en Pdvsa ha tocado a uno de los socios colombianos, llevando a la liquidación del proyecto y echando un manto de sospecha sobre la actual iniciativa.
Ahora, con la mirada puesta en la OFAC del Departamento del Tesoro de EE. UU., Colombia se encuentra en una posición delicada. Busca la aprobación para avanzar en una compra que no solo tiene implicaciones energéticas sino también políticas.
Con la seguridad, la soberanía y la integridad en juego, la comisión gubernamental se encuentra en un terreno resbaladizo, donde cada paso está cargado de implicaciones internacionales y domésticas. El gas puede ser el recurso en cuestión, pero es la confianza y la credibilidad las que están en la línea en este juego de ajedrez geopolítico energético.