El gobernador del Zulia protagoniza otra de sus maromas para quedar bien con Dios y con el diablo.
Manuel Rosales, gobernador del estado Zulia, sigue causando polémica en el mundo opositor. Según él, “todos somos culpables” del éxodo masivo de venezolanos que buscan refugio de la crisis que azota a Venezuela.
Está claro que Rosales intenta convertirse en una suerte de puente entre el régimen de Nicolás Maduro y la oposición, aunque sus palabras puedan sonar a un intento de balancear una línea fina entre la crítica y la colaboración.
Durante un acto en el Zulia, Rosales aseguró que “la gente huye de la tragedia que padece Venezuela”.
Rosales se ha pronunciado constantemente sobre la urgencia de llegar a acuerdos concretos para superar el estancamiento político y económico. Sin embargo, su llamado al cese de las sanciones y la liberación de los presos políticos aún espera respuestas concretas.
Mientras el gobernador aboga por la unidad y la acción, no puede escapar a las sombras del régimen de Nicolás Maduro, cuyo historial en derechos humanos y acusaciones de corrupción sigue siendo un obstáculo significativo para el progreso. Rosales, en su búsqueda de soluciones, parece estar atrapado en un delicado acto de equilibrio.
«¿Por qué se sigue demorando el cese de las sanciones y la liberación de los presos políticos?», se pregunta Rosales.
Al régimen madurista se le ha acusado de haber generado una Crisis Humanitaria Compleja, siendo, además, investigado en la Corte Penal Internacional por violaciones de Derechos Humanos y sus jerarcas engrosando las listas de más buscados en varios países.
Parafraseando a Desmond Tutu ¿puede Rosales ser neutral en una situación de injusticia sin elegir el lado del opresor?