El venezolano marca historia con su segundo título consecutivo de bateo, uniendo su nombre a los grandes del béisbol.
El inicio de una carrera marcada por los hits se define con precisión, consistencia y un toque de magia en el bate. Luis Arráez, la estrella venezolana de los Marlins de Miami, ha grabado su nombre en los anales de la historia del béisbol con una maestría en el plato que evoca a las leyendas del deporte.
Con un promedio de bateo estelar de .353, Arráez se ha coronado campeón de bateo, no por primera vez, sino por segundo año consecutivo. Una hazaña que logró por primera vez con los Mellizos, dibujando una trayectoria que se eleva más allá de las expectativas.
En los registros del béisbol, Arráez se une al exclusivo club de Benny Kauff, quien en 1914-15, en la Liga Federal, se llevó el título de bateo en temporadas consecutivas con equipos diferentes. Una hazaña que, hasta ahora, parecía destinada a las páginas amarillentas de la historia.
Además, Arráez se erige como el tercer jugador en la historia en conquistar un título de bateo tanto en la Liga Americana como en la Liga Nacional, uniéndose al miembro del Salón de la Fama, Ed Delahanty, y a DJ LeMahieu.
La consistencia ha sido la marca registrada de Arráez esta temporada. Su promedio más bajo llegó el 12 de septiembre con un .348, una cifra que muchos desearían como su mejor marca. El venezolano mantuvo un ritmo asombroso, tocando el cielo con un promedio de .400 hasta el 24 de junio. Un logro no visto desde los días de Nomar Garciaparra en 2000.
Arráez ha trazado un camino que revive la magia del béisbol, siendo el primer jugador en terminar una temporada completa con un promedio de .350 o más desde Josh Hamilton en 2010.
El viaje de 3.000 hits comienza con un swing, un contacto limpio y el sonido inconfundible del bate encontrando la bola. Para Arráez, es un sonido familiar, una melodía que resuena con la promesa de una carrera destinada a la grandeza. El béisbol, con su rica tapeztería de héroes y leyendas, encuentra en Luis Arráez, una nueva estrella cuyo brillo parece destinado a iluminar los campos durante muchos años por venir.