Más que un «me gusta»: Las conexiones humanas que realmente nutren nuestra felicidad

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Un viaje profundo en la psicología humana y la ciencia tras la felicidad, inspirado por los expertos de Harvard.

Podemos tener miles de seguidores en redes sociales, pero ¿cuántos de ellos son realmente nuestras conexiones humanas? En un mundo interconectado digitalmente, un reciente estudio de Harvard nos recuerda el valor inconmensurable de las relaciones humanas auténticas.

The Study of Adult Development de Harvard nos ofrece un vistazo en profundidad a lo que realmente nos hace felices y saludables. “Todos estamos conectados y necesitamos de los otros”, cita el estudio, y agrega que la capacidad de compartir nuestras frustraciones y alegrías tiene un efecto palpable en nuestro bienestar físico y mental.

“En el caso de las personas más satisfechas en sus relaciones, más conectadas a otros, su cuerpo y su cerebro se mantienen saludables por más tiempo”, revelan los expertos de Harvard.

Sin embargo, no todas las conexiones son iguales. El profesor Arthur Brooks, también de Harvard, categoriza las amistades en tres tipos esenciales para la felicidad: útiles, placenteras y perfectas.

Amistades útiles
Brooks describe las amistades útiles como aquellas que nacen en el ámbito laboral o profesional, apuntaladas por intereses compartidos y beneficios mutuos. Aunque Aristóteles las denominó ‘de utilidad pública’, hoy podrían reconocerse en los colegas de oficina y conexiones LinkedIn.

Amistades placenteras
Son las amistades que nos brindan diversión y alegría, fundamentadas en una admiración mutua y el placer compartido de la compañía del otro. Aquí, nos encontramos con aquellos amigos que nos hacen sonreír y con los que nos encanta pasar el tiempo.

Amistades perfectas
Estas son las joyas de la corona de las relaciones humanas, definidas por un amor mutuo que trasciende el placer y la utilidad, centrándose en el crecimiento y bienestar mutuo. Estas amistades, apunta Brooks, están ancladas en un amor compartido por algo más grande que las individualidades involucradas.

Brooks es enfático en señalar que aunque las amistades perfectas llevan un título tan grandioso, no minimiza la importancia de las otras dos. Todas son esenciales para un bienestar equilibrado. Sin embargo, apunta que las amistades útiles y placenteras rara vez ofrecen un consuelo o alegría duraderos.

Las amistades perfectas, argumenta, son las que verdaderamente enriquecen nuestras vidas, ancladas en algo más profundo y trascendental que trasciende el trabajo, el dinero y las ambiciones personales.

En una época en la que nuestros ‘amigos’ a menudo se cuentan por números en una pantalla, estos hallazgos son un recordatorio oportuno de la riqueza inigualable que ofrecen las conexiones humanas profundas y auténticas en nuestra incansable búsqueda de la felicidad.

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