El presidente Al Sisi teme una migración masiva y la transformación del Sinaí en un campo de batalla.
En una revelación candente, el presidente de Egipto, Abdelfatah al Sisi, descartó los ataques en la Franja de Gaza como una simple operación militar. «No es solo un acto militar contra Hamás», declaró al Sisi, dejando caer la bomba: es un empuje, un intento calculado de forzar a los civiles palestinos a migrar a Egipto.
Estas afirmaciones se hicieron durante una rueda de prensa junto al canciller alemán, Olaf Scholz, marcando una nota discordante en la ya tumultuosa situación de la región. La intensidad de la ofensiva israelí, según Al Sisi, podría tener consecuencias devastadoras para Egipto y potencialmente convertir la península del Sinaí en un objetivo de operaciones militares.
La declaración es tan audaz como alarmante. “Veo lo que está sucediendo en Gaza”, dijo Al Sisi. “Esto no es aceptable para nadie”.
La posibilidad de un éxodo masivo desde Gaza ha puesto a Egipto en una posición delicada. La península del Sinaí ya es un terreno fértil para los insurgentes; una migración masiva podría transformarlo en un polvorín. Pero es más que una cuestión de seguridad – es una amenaza existencial para la “causa palestina”, un término que resuena profundamente en la conciencia árabe.
Al Sisi no se anda con rodeos. Si los palestinos son forzados a dejar Gaza, argumenta, la idea misma de un Estado palestino se vuelve «inaplicable». Es una declaración que hizo eco en los pasillos del poder en toda la región, una que desafía la narrativa dominante y plantea preguntas incómodas sobre el futuro de un conflicto que ha definido generaciones.
Mientras los bombardeos continúan y las vidas se desmoronan en Gaza, Egipto está en la encrucijada. “Si pido al pueblo egipcio que salga a la calle, habrá millones para apoyar la posición de Egipto”, dijo Al Sisi, un recordatorio del fervor nacional y regional que se encuentra justo debajo de la superficie.
En este teatro de conflicto y política, una verdad permanece incuestionable: las ramificaciones de la crisis en Gaza se extienden más allá de sus fronteras asediadas. Cada bomba que cae, cada edificio que se derrumba, resuena en toda la región, desafiando las fronteras nacionales y forjando un camino incierto hacia un futuro indefinido.