La icónica actriz se abre sobre su pasión por la actuación, su activismo y los desafíos y triunfos en su carrera, ante la atenta mirada de la próxima generación de talentos.
En el pulso vibrante de Oviedo, España, Meryl Streep, una fuerza indomable y perpetuamente brillante de Hollywood, se dejó llevar por una introspección sincera. Estamos ante una mujer que ha tocado las estrellas, pero cuyos pies permanecen firmemente en la tierra. Este miércoles, con la gracia y elegancia que la caracterizan, la actriz se sumergió en un diálogo íntimo con un auditorio repleto de profesores y alumnos, compartiendo sus reflexiones más profundas.
“Me gusta la complicación en los personajes. Me atraen esas mujeres que no están de acuerdo, que son inconformistas, complicadas, espinosas…», compartió la laureada actriz. Streep, armada con una carrera que ha desafiado los confines de la expresión artística, confesó su adicción a la actuación, una pasión que se ha enredado indisolublemente en el tejido mismo de su ser.
La actriz, sin embargo, equilibra esta adicción con una perspectiva bien arraigada, una conexión inalterable con su yo auténtico. «No intento dar ninguna lección o enseñar nada. Lo que espero es estar haciendo algo verdadero y que la gente encuentre algo con lo que se pueda identificar», reveló.
En una era marcada por transformaciones sísmicas en las percepciones y expectativas de género, Streep se adentra en sus propias experiencias y desafíos. Recordó un mundo donde las expectativas para las mujeres eran meramente un susurro comparado con el rugido de las ambiciones masculinas. Pero, empoderada por la confianza imbuida por su madre, Streep se convirtió en una voz estruendosa, un faro de talento, determinación y logro.
A la espera de recibir el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2023, la actriz sostiene este honor con una humildad conmovedora. En su corazón, este reconocimiento trasciende su persona; es un tributo a todos los actores y actrices, un reconocimiento colectivo de la magia y el poder de la actuación.
En la convergencia de su estrellato y activismo, Meryl Streep encarna una dualidad fascinante: es tanto una leyenda cinematográfica como una mujer profundamente consciente y comprometida con las cuestiones de igualdad y medio ambiente.
En Oviedo, la iconografía de Meryl Streep se revela no en los destellos de las cámaras o los aplausos ensordecedores, sino en la intimidad de una conversación, donde la actriz, la mujer, la activista y la soñadora se encuentran, se entrelazan y se expresan con una autenticidad conmovedora.