El parlamento turco decidirá el destino de Suecia en la Alianza Atlántica tras la aprobación presidencial.
En un giro significativo en las relaciones internacionales, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan firmó el protocolo de adhesión de Suecia a la OTAN, marcando un paso crucial en el prolongado esfuerzo de Suecia por unirse a la Alianza Atlántica. El documento ahora se dirige a la Gran Asamblea Nacional de Turquía para su ratificación, una fase que se anticipa cargada de tensión y escrutinio.
La relación entre Suecia y Turquía ha estado marcada por la controversia, centrada principalmente en la gestión de Suecia de las profanaciones del Corán y la supuesta “indulgencia” con los refugiados kurdos. Ankara ha exigido la extradición de varios militantes kurdos, una petición que ha encontrado resistencia en Estocolmo.
Erdogan, que anteriormente vetó la adhesión de Suecia, levantó su oposición en julio. Sin embargo, subrayó que la ratificación dependería del parlamento turco. En este escenario, el AKP, el partido de Erdogan, junto con su aliado ultranacionalista MHP, ostenta la mayoría, una dinámica que podría influir en el destino de Suecia dentro de la OTAN.
La firma del protocolo se produce después de una conversación telefónica entre Erdogan y Jens Stoltenberg, el secretario general de la OTAN. Mientras Suecia espera con la respiración contenida, las implicaciones de esta adhesión potencial se extienden más allá de las fronteras de ambos países. Turquía y Hungría son los últimos miembros de la OTAN que aún no han ratificado la adhesión de Suecia.
Aunque Ankara validó la entrada de Finlandia en marzo, desvinculando su caso del de Suecia, la adhesión de este último permanece envuelta en la incertidumbre. Erdogan ha señalado que la aprobación final se dará «si EE.UU. cumple sus promesas». Aunque no especificó, se entiende que se refiere a cuestiones relacionadas con la seguridad y las relaciones bilaterales.
Así, mientras el protocolo de adhesión de Suecia a la OTAN se encuentra en manos del parlamento turco, el mundo observa con interés. La integración de Suecia podría reconfigurar el equilibrio de poder dentro de la Alianza, pero las persistentes tensiones bilaterales con Turquía y las decisiones legislativas internas aún podrían alterar el curso de este histórico desarrollo.