Un recorrido de 70 kilómetros une a familiares y amigos en una petición desesperada por la liberación de los cautivos de Hamás.
Una ola de desesperación y esperanza envuelve a Israel, mientras familiares y amigos de los 240 rehenes, capturados por Hamás en el ataque del 7 de octubre, emprenden una marcha de 70 kilómetros desde Tel Aviv hasta Jerusalén. Buscan no solo llamar la atención del país, sino también alcanzar los oídos del Primer Ministro Benjamin Netanyahu, a quien le suplican una reunión urgente.
El sábado, se espera que la marcha culmine frente a la residencia oficial del primer ministro. A través de un comunicado, los familiares han pedido a Netanyahu que les explique personalmente las condiciones que Israel ha puesto sobre la mesa para negociar un intercambio que devuelva a casa a los seres queridos.
La tragedia que se desencadenó aquel 7 de octubre, dejando a 1.200 israelíes asesinados y a otros 240 en manos de Hamás, ha marcado a la nación. Aunque cinco rehenes han sido liberados, uno gracias a una operación militar, el destino del resto permanece en la incertidumbre.
La marcha es un grito silencioso de corazones afligidos, un camino de fe ante la adversidad. «Reúnase con nosotros y explíquenos qué condiciones ha establecido Israel para un intercambio de rehenes», solicitan con angustia los familiares. En cada paso que dan hacia Jerusalén, buscan respuestas y la promesa de un reencuentro con aquellos que Hamás arrebató.
El pueblo de Israel observa, apoya y se une en oración, mientras una caravana de esperanza avanza hacia la capital, llevando consigo el mensaje de que ningún israelí debe ser dejado atrás. La marcha, más allá de ser una manifestación, es un símbolo de la resiliencia y la unidad de una nación que se niega a ceder ante el terror.