Entre declaraciones cruzadas, la alcaldesa Anne Hidalgo advierte sobre la preparación del transporte para las Olimpiadas, mientras otros funcionarios aseguran su pronta disponibilidad.
La preparación de París para los Juegos Olímpicos de 2024 se enfrenta a su primer obstáculo: el escepticismo sobre la preparación del transporte público.
Anne Hidalgo, la alcaldesa de la Ciudad Luz, ha prendido las alarmas en una declaración que no ha pasado desapercibida. «Habrá lugares donde el transporte (público) no estará listo», afirmó en una entrevista con Quotidien, marcando un tono de preocupación palpable.
En la otra acera, Valerie Pecresse, presidenta de la región parisina, no se ha quedado callada y, a través de la red social X, ha defendido la preparación de la ciudad: «Es un gran esfuerzo colectivo que no debería ser denigrado por un alcalde ausente».
La discrepancia de opiniones pone de relieve la tensión entre las expectativas y la realidad de una ciudad en pleno proceso de metamorfosis olímpica.
Hidalgo, con una mirada más allá de la infraestructura, ha tocado el tema de las personas sin hogar, enfatizando la necesidad de un legado social que perdure más allá del evento deportivo. «No quiero sacarlos y esconderlos», declaró, poniendo sobre la mesa el debate de cómo una ciudad se embellece para el mundo sin olvidar a sus ciudadanos más vulnerables.
El compromiso del ministro de Transporte, Clément Beaune, suena como una promesa ambiciosa: «100 % de los sitios de competencias puedan ser accesibles en transporte público». La promesa se hace eco en las calles de París, donde los preparativos son una carrera contra el tiempo.
París se encuentra en la encrucijada de presentar al mundo una cara renovada y eficiente, mientras lidia con sus desafíos cotidianos. La cuenta atrás para los Juegos Olímpicos ha comenzado, y con ella, el desafío de convertir las palabras en realidad para los parisinos y los visitantes que se esperan en 2024.