En busca de la sostenibilidad, Venecia anuncia un controvertido peaje para regular el flujo turístico y preservar la ciudad.
Venecia, ese enigma arquitectónico que flota sobre las aguas, se prepara para marcar un precedente global.
Siguiendo las palabras de su alcalde, Luigi Brugnaro, la ciudad adoptará una medida pionera: la implementación de una tasa de acceso para visitantes. No es un capricho, sino una estrategia de supervivencia, un intento de equilibrar la balanza entre turismo y habitabilidad.
«Un experimento que tiene como objetivo mejorar la habitabilidad de la ciudad», señala Brugnaro, mientras en el fondo se escucha el murmullo de una Venecia que busca respirar entre la marea humana que la visita. La ciudad, acostumbrada a la danza de máscaras y góndolas, ahora introducirá un nuevo baile, el del peaje turístico.
La «contribución de acceso» no es una idea nacida de la nada; es el fruto de una ciudad que, pese a ser deseada por millones, se desvanece en su propio encanto. Con la población residente en descenso, Venecia no solo vende postales de canales y palacios, sino también la crónica de una lucha constante por mantenerse a flote, literalmente.
El peaje, vigente en momentos puntuales del calendario, es una llamada de atención a un mundo que a menudo olvida que detrás de cada destino turístico hay una comunidad que persiste en su día a día. La exención para residentes y trabajadores de la ciudad es un guiño a esa Venecia que late detrás del telón de los selfies y los souvenirs.
Mientras algunos alzan la voz en protesta, otros asienten en silencio, conscientes de que la supervivencia de la ciudad requiere medidas extraordinarias. La sala de control, con sus sensores y datos, será el ojo que vigile el flujo de personas, en un intento por proteger lo que la UNESCO ya ha señalado como vulnerable.
La controversia está servida, pero Venecia no se rinde. Con la esperanza de que el turismo respetuoso sea la clave, la ciudad del Véneto avanza hacia un futuro donde, quizás, pueda encontrar el equilibrio perfecto entre su legado histórico y la necesidad de seguir siendo un hogar para sus habitantes.