En una franca confesión, Lance Armstrong detalla cómo logró evadir los controles antidopaje durante sus años de dominio en el Tour de France.
A sus 52 años, Lance Armstrong, el icónico ciclista estadounidense, ha soltado una bomba en el mundo del deporte. En una conversación reveladora en el podcast del conocido presentador Bill Maher, Club Random, Armstrong abrió el juego sobre cómo logró burlar los controles antidopaje durante su reinado en el Tour de France.
«Me han hecho 500 controles y nunca he dado positivo por dopaje», recordó Armstrong. Esta afirmación, que en su momento fue un escudo, hoy cobra un nuevo significado tras las recientes revelaciones del ciclista. Armstrong confesó que las sustancias dopantes que usaba, incluyendo la EPO, eran indetectables debido a su corta vida media de apenas cuatro horas.
Este detalle crucial le permitió a Armstrong mantenerse siempre un paso adelante de los controles. «Podías hacer las cuentas», dijo, explicando cómo calculaba el tiempo necesario para que las sustancias salieran de su sistema antes de ser sometido a las pruebas antidopaje.
Armstrong, que sobrevivió a un cáncer testicular, fue enfático en que el uso de estas sustancias, bajo la supervisión de un médico, era seguro. Sin embargo, no se privó de advertir sobre los riesgos y afirmó que no busca incentivar a nadie a seguir su camino.
El texano usó EPO y testosterona para mejorar su rendimiento, lo que lo llevó a conquistar siete Tours de France consecutivos. Pero en 2012, la USADA destapó el caso de dopaje sistemático y le retiró sus títulos, además de suspenderlo de por vida. La UCI ratificó esta decisión, borrando gran parte de su palmarés desde 1998 hasta su retiro en 2011.
Las declaraciones de Armstrong no solo arrojan luz sobre su propia historia, sino que también ponen en perspectiva la lucha contra el dopaje en el ciclismo y el deporte en general. Su historia sigue siendo un recordatorio de los desafíos y tentaciones que enfrentan los atletas en su búsqueda de la gloria.