El autor destaca que en Venezuela tenemos una cifra de migrantes, en medio de la crisis humanitaria compleja, que supera por mucho las dificultades que en condiciones bélicas padecen Siria y Ucrania respectivamente.
Por Julio Castellanos
Los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, más conocidos como la Agenda 2030, es un conjunto ambicioso de metas que todos los Estados miembros de la ONU se comprometieron a cumplir a partir de 2015. Es una lástima que en las redes sociales se incrementen las manipulaciones sobre esa agenda y mucha gente, claramente ignorantes con un teléfono inteligente, difundan y compartan mentiras absurdas sumando además descalificaciones como que la ONU es un “nido de comunistas, socialistas y progresistas”. Amigo lector, te invito a que no caigas en esas manipulaciones y tú mismo visites la página web oficial de la ONU y formes tu criterio desde la fuente directa de la información.
Ahora bien, el objetivo número 10 de los ODS está denominado: “Reducción de las desigualdades”. Entre los datos que da a conocer la ONU para explicar la preocupación por la desigualdad puedo citar dos: “1) una de cada seis personas en el mundo ha sufrido algún tipo de discriminación, afectando de forma desproporcionada a mujeres y personas con discapacidad y 2) El año 2022 fue testigo del mayor número de refugiados (34,6 millones de personas) jamás documentado. Este año también está siendo mortal para los inmigrantes, con casi 7.000 fallecimientos registrados en todo el mundo”. La discriminación puede tener varias expresiones: son por razones políticas, económicas, sexistas, xenófobas, homofóbicas, aporofóbicas y edadistas. En cuanto al drama de la migración, en Venezuela tenemos una cifra de migrantes, en medio de la Crisis Humanitaria Compleja, que supera por mucho las dificultades que en condiciones bélicas padecen Siria y Ucrania respectivamente. Si en algún lugar es pertinente acometer acciones para reducir desigualdades es en Venezuela pero, lamentablemente, muchas personas son refractarias a ese debate bien por su “liberalismo” mal entendido o por su suscripción al “modelo chino”.
Si alguien habla de lo importante de proporcionar “el vaso de leche escolar”, entregar uniformes y útiles escolares, de becas a las familias con niños matriculados en las escuelas públicas y un programa de atención materno – infantil para suplir los requerimientos alimenticios y sanitarios a las embarazadas y niños hasta los 3 años, como ocurría en democracia y como dice todo adeco que se respete, equivale, para muchos opinadores e influenciadores a hablar de “comunismo, de socialismo y de tiranía y ausencia de libertad”.
La ONU expresa que “para reducir la desigualdad, tanto en los países como entre ellos, es necesario distribuir equitativamente los recursos, invertir en educación y en el desarrollo de competencias, aplicar medidas de protección social, luchar contra la discriminación, apoyar a los grupos marginados y fomentar la cooperación internacional para un comercio y unos sistemas financieros justos”. Eso, lógicamente, implica invertir en sistemas públicos, gratuitos y de calidad para atender los requerimientos de la población principalmente en términos educativos y sanitarios. Eso Implica mejorar la escuela y la universidad pública, no privatizarla. Implica mejorar el hospital y el ambulatorio, no cerrarlo y dejar funcionando solo a las clínicas privadas. Tocará, como siempre, luchar con ideas y argumentos, para hacer entender que una sociedad justa, de iguales, con garantías sociales y respetuosa de los derechos humanos no es solo una aspiración de los adecos, es un compromiso universal liderado por las Naciones Unidas y un anhelo de los pueblos que sufren gobiernos irresponsables e indolentes.
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