ELECCIONES
A woman casts her vote at the Jose de Jesus Arocha public school in Petare, Caracas, during a mock election for the upcoming parliamentary vote in Venezuela, on November 15, 2020, amid the COVID-19 novel coronavirus pandemic. - Venezuela holds parliamentary elections on December 6 with President Nicolas Maduro looking to take back control of the National Assembly, whose speaker and opposition leader Juan Guaido is demanding a boycott. (Photo by Cristian HERNANDEZ / AFP)

HERRERA-VAILLANT: Dos elecciones en 2024

El autor resalta que nadie niega que en Venezuela hoy impera la fuerza bruta, pero eso no significa que hay que dar paso al derrotismo, la pusilanimidad y la resignación

Por Antonio A. Herrera-Vaillant

Demasiados creen importante el resultado de las elecciones norteamericanas para el futuro de Venezuela, pero aquellos comicios serán el martes 5 de noviembre y los nuestros se tendrían que estar realizando casi en paralelo.

A la mayoría abrumadora de los electores norteamericanos le importa un comino el tema venezolano, y más en unas elecciones tan agitadas como las que allá se vaticinan.

Si Venezuela figura en aquellos comicios será como tema secundario, apenas quizás en el estado de Florida, por más que levanten aquí expectativas y resten atención a temas fundamentales.

No parece aconsejable gastar demasiadas energías interviniendo, especulando o soñando – y mucho menos tomando partidos – en lo que pueda ocurrir más al Norte: Porque de aquel lado – matices más o menos – las prioridades son otras.  

En todo caso, Venezuela necesita aliados en ambas toldas pues ninguno de aquellos dos bandos va a venir a resolver lo que nosotros no hagamos por nuestra cuenta, a pesar de sus gestos y aspavientos electoreros. De hecho, hemos gastado demasiado tiempo esperando lo que pueda llegar desde el exterior mientras adentro tenemos la casa ardiendo.

Nadie niega que en Venezuela hoy impera la fuerza bruta, pero eso no significa que hay que dar paso al derrotismo, la pusilanimidad y la resignación. Las tiranías no son hechas de fuerzas sobrenaturales, sobrehumanas o extraterrestres sino de gentes de carne y hueso – en este caso otros venezolanos, por más factores externos que existan.

Eso significa que los civiles y demócratas aún podemos conjugar foco, persistencia, organización, destreza y agilidad en la acción política para debilitar esa muralla de complicidades, conveniencias y malas conciencias.

Porque lo que algunos han querido llamar “revolución” tiene años agotada, sin mayor logro en un cuarto de siglo de existencia, ni liderazgos efectivos, ni posibilidades de futuro. Se mantiene por inercia.

En este país aún no sabemos de fechas ni condiciones electorales, sino que por ahora parecen ser una caja negra que resulta prácticamente impenetrable, sujeta por entero a la conveniencia del régimen imperante.

Sin embargo, aquí probablemente viene un proceso electoral, y no hay que gastar energías en recriminaciones, o vaticinando emboscadas, zancadillas, abusos y trampas de todo tipo: Todo eso hay que darlo por sentado, y a pesar de ello promover un resultado tan contundente que el otro lado – aunque lo niegue y trate de ocultar – acuse el golpe en lo más profundo de sus entrañas.

Tenemos la gente. Tenemos abanderada. Para todo lo demás habrá tiempo.

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