El Rey Federico X de Dinamarca sorprende con un beso a la reina consorte Mary en medio de especulaciones de infidelidad.
El recientemente proclamado Rey Federico X de Dinamarca ha despertado un torbellino de especulaciones y comentarios con su apasionado beso a la reina consorte Mary Donaldson en el balcón del castillo de Christiansborg.
Este gesto, aparentemente fuera del protocolo real, ha capturado la atención del público y la prensa europea, especialmente porque ocurre en un contexto delicado: apenas dos meses después de que el entonces príncipe danés fuera sorprendido por los paparazzis en lo que parecía ser un acto de infidelidad.
El episodio en cuestión involucra fotografías publicadas por la revista Lecturas, donde Federico fue visto en Madrid con la actriz Genovesa Casanova, lo que alimentó rumores de un posible romance extramatrimonial.
Esta situación ha llevado a especular sobre el estado del matrimonio real, que hasta ahora se había mantenido aparentemente sólido y sin escándalos.
La decisión de la reina Margarita II de abdicar el 31 de diciembre, seguida de la proclamación de su hijo como rey, ha sido interpretada por algunos como una maniobra para contener un posible escándalo. Ahora, con Federico al frente de la monarquía danesa y una popularidad en ascenso, la familia real enfrenta el desafío de navegar estas aguas turbulentas.
El nuevo rey, conocido por su perfil más relajado y cercano a la gente en comparación con su madre, ha tenido una historia de enfrentarse al escrutinio público y a los desafíos de vivir bajo el foco de la prensa. A pesar de sus logros académicos y deportivos, y su compromiso con causas como el cambio climático, Federico no ha podido evitar ser el centro de rumores de adulterio a lo largo de los años.
El beso público a Mary, que goza de un alto índice de popularidad en Dinamarca, parece ser más que una muestra de afecto; es posiblemente un intento de Federico por reafirmar su compromiso con su esposa y disipar los rumores que rodean su fidelidad.
Este acto ha generado opiniones divididas: mientras algunos lo ven como un gesto sincero de amor, otros lo consideran una estrategia calculada para apaciguar las aguas en un momento de potencial crisis para la monarquía.
Con esta situación, el Rey Federico X y la reina consorte Mary se encuentran en una encrucijada donde su vida privada y su papel público se entrelazan, dejando a los daneses y al mundo expectantes sobre el futuro de su reinado y su matrimonio.