El juego de la influencia digital: El caso Prosperi y la manipulación en redes

PROSPERI

Bots y cuentas falsas: La nueva batalla de la política en la era digital.

En un mundo donde la política y las redes sociales se entrelazan de manera inextricable, el reciente episodio protagonizado por Carlos Prosperi, excandidato presidencial de Acción Democrática, resalta una tendencia preocupante en la esfera política digital de Venezuela.

Según el análisis de Cazadores de Fake News, una abrumadora mayoría de los retweets – o reposts en el nuevo Twitter que ahora se llama X- a un post de Prosperi provino de cuentas falsas, la mayoría vinculadas a criptomonedas, un fenómeno que plantea interrogantes sobre la autenticidad de la influencia en redes sociales.

«Observamos que 498 de los 569 retweets (87,5%) fueron realizados por cuentas recién creadas, con nombres asociados a términos como ‘NFT’ o ‘eth’ de Ethereum,» indicó el equipo de Cazadores de Fake News, resaltando la preocupante facilidad con la que se puede manipular la percepción pública en plataformas como X.

La respuesta de X a este incidente, consistente en una moderación proactiva que eliminó un gran número de retweets inauténticos, demuestra un esfuerzo por mantener la integridad de la plataforma. Sin embargo, la decisión de no suspender permanentemente estas cuentas, sino aplicar un «shadowban», representa un enfoque diferente al que se hubiera esperado en el pasado.

Este episodio no es aislado y se inscribe en un contexto más amplio donde la política y la tecnología colisionan. La utilización de bots y cuentas automatizadas para inflar artificialmente la popularidad de ciertos contenidos es una táctica cada vez más común, no solo en Venezuela sino en el mundo entero. Plantea un desafío significativo para las plataformas de redes sociales y la credibilidad de la información que circula en ellas.

En este contexto, la responsabilidad de las plataformas de redes sociales es clave. La lucha contra la desinformación y la manipulación requiere de una vigilancia constante y de estrategias efectivas que puedan adaptarse a las cambiantes tácticas de los actores que buscan influir en la opinión pública.

La situación de Carlos Prosperi y la intervención de Twitter en su caso son un recordatorio de que en la era digital, la influencia política puede ser tanto una cuestión de percepción como de realidad, y que el discernimiento de la verdad requiere un esfuerzo colectivo tanto de las plataformas como de sus usuarios.

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