Según el autor, ser opositor en Venezuela constituye un riesgo de perder la vida, la libertad, los bienes y la familia, a través de la gratuita imputación del calificativo de golpista.
Por César Pérez Vivas
El estado comunista, encabezado por Nicolás Maduro Moros, volvió a cumplir una jornada de apología a la violencia y al golpe de estado. El 4 de febrero, al cumplirse el 32 aniversario de la felonía ejecutada por la logia militar encabezada por Hugo Chávez, el ESTADO-PSUV insistió en poner de relieve un evento vergonzoso que abrió de nuevo las puertas a la barbarie y a los más deplorables atavismos de nuestra historia.
La cúpula roja quiere torcer la historia y presentar como un hecho heroico un evento propio de una sociedad primitiva. La traición a la Constitución, el uso de las armas de la República para asaltar el poder, la pretensión de asesinar a un presidente elegido democráticamente, fueron las pretensiones de aquellos militantes golpistas. No lograron alcanzar el poder con la operación militar adelantada. La habilidad política del entonces Presidente Carlos Andrés Pérez y la respuesta de los militares democráticos impidieron que la traición triunfara. Pero se activaron los atavismos militaristas de nuestra sociedad y más tarde, en 1998, el jefe de los golpistas fue elegido presidente. Allí comenzó la tragedia de nuestra Venezuela. Allí regresó el militarismo y la barbarie al poder. Esta nación ha sido tan resiliente que después de 25 años de su presencia depredadora en el poder, aún se mantiene en pie la defensa de la civilidad, la ética, la justicia y la modernidad.
Quienes hacen apología al golpismo, los que consideran que ese golpe fue bueno, y así lo reivindican, viven ahora criminalizando y hostigando con el calificativo de golpista, a periodistas, políticos y militares que les resultan incómodos. Ser opositor, crítico del sistema político y/o defensor de los derechos humanos en Venezuela, constituye un riesgo de perder la vida, la libertad, los bienes y la familia, a través de la gratuita imputación del calificativo de golpista. Más allá de que en algún momento o circunstancia se hayan dado casos de personas intentando deponer por la fuerza al actual sistema, lo cierto es que el expediente del “golpismo” se ha convertido en una herramienta recurrente para justificar la represión en la sociedad y la purga en el seno del mismo gobierno.
Lo paradójico es que quienes viven criminalizando a sectores diversos por supuestos o reales eventos de fuerza, no pierden cada 4 de febrero para presentar como un hecho heroico un despreciable y aciago acontecimiento de nuestra historia, que mejor harían si lo colocasen en el baúl de los recuerdos amargos e ingratos que no deseamos celebrar. En definitiva la cúpula roja se regodea en una apología al delito, al magnicidio frustrado y a la sedición derrotada.
En esa absurda festividad, en honor al delito, la cúpula gobernante hace gala de derroche y corrupción. Busca, la actual nomenclatura del poder, extraer de esa celebración respaldo para su aborrecido gobierno y apalancar con dicho delito la campaña continuista que adelantan para pretender seguir en el poder.
El discurso de Maduro retrata de cuerpo entero los antivalores puestos de relieve en este 4F cuando afirmó: “………De este lado el equipo gana y vamos a ganar por las buenas o por las malas. Que nadie se duerma”…… (https://efectococuyo.com/politica/maduro-dice-que-por-las-buenas-o-por-las-malas-siempre-van-a-ganar/)
Si es por las malas es a la fuerza, por el abuso, el fraude, el irrespeto a los derechos de los ciudadanos. Es decir el señor Maduro nos amenaza de nuevo con la violencia que ha caracterizado a su movimiento político desde que se hizo presente en la escena nacional, por las malas, con el uso de las armas, aquel fatídico 4 de febrero de 1992.
Los demócratas venezolanos sólo tenemos la determinación de ganar por las buenas, ganar con el limpio voto del pueblo. Somos plenamente conscientes que la camarilla tiene que apelar a “las malas”, es decir a la represión, a la negación de nuestro derecho a elegir y ser elegido, a la censura para impedir nuestro derecho a la libre expresión del pensamiento, a la violencia de sus grupos armados para impedir nuestra presencia en las comunidades, a la manipulación de la justicia para secuestrar y encarcelar a los líderes sociales y políticos.
A “las malas” ha estado actuando siempre. A la mala buscan negarles a los ciudadanos su determinación de elegir a María Corina Machado como la nueva presidenta de nuestro país. Son los ciudadanos, en unas primarias que su maldad no pudo impedir, la que seleccionó a la ingeniero Machado como nuestra abanderada. A la mala quieren quitarle su legítimo derecho a ser elegida. Nosotros continuamos dando la lucha para que “los golpistas del 4F y sus herederos” respeten nuestros derechos. No van a lograr sacarnos del escenario aunque continúen con la perversa conducta “de por las malas” que están aplicando.
Aún así vamos a estar presentes en el área política y electoral. Maduro tendrá que escoger entre aceptar su derrota o desconocer los resultados de esa elección, que más que elección será un plebiscito para echarlo, voto a voto, del poder.
La apología al golpismo de este 4 de Febrero del 2024 ha sido la reconfirmación de que el espíritu de violencia física e institucional sigue acompañando a la camarilla gobernante. A confesión de parte relevo de pruebas.
Nuestra lucha por la civilidad, la democracia, la paz, la modernidad y el bienestar de la nación se mantiene hoy más firme y esperanzada que nunca.
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