Entre fondos especiales y emisión de deuda, Europa busca formas creativas de financiar la defensa ucraniana sin precedentes en su historia.
La Unión Europea (UE) está abriendo camino hacia una estrategia de financiación sin precedentes en respuesta al conflicto en Ucrania, marcando un momento crucial en la historia de la diplomacia y la defensa europeas.
Con el respaldo de la mayoría de sus cancilleres, el bloque se prepara para emplear las ganancias generadas por los miles de millones en activos rusos congelados en Europa, con el objetivo de reforzar el apoyo militar a Ucrania.
Josep Borrell, jefe de relaciones exteriores de la UE, reveló que Kyiv enfrenta una escasez aguda de municiones mientras Estados Unidos experimenta un estancamiento en el Congreso para obtener fondos adicionales. Frente a este desafío, la UE contempla la movilización de unos 3.000 millones de euros anuales en intereses de los 200.000 millones de euros en activos del banco central ruso congelados en Bélgica.
Este enfoque financiero, descrito por Borrell como desagradable para Rusia pero lejos de ser insignificante, sugiere una redefinición de las tácticas económicas en tiempos de conflicto. La propuesta divide el apoyo: un 90% de los fondos se dirigiría a un fondo especial utilizado por varios países de la UE para compensar el gasto en armas y municiones, mientras que el 10% restante se destinaría a reforzar la industria de defensa ucraniana.
La ingeniería financiera propuesta no se detiene ahí. Borrell sugiere que, ante la imposibilidad de usar el presupuesto de la UE para adquisiciones directas de armamento, se podría recurrir a la emisión de deuda como método de financiación. Esta idea, aunque controvertida y lejos del consenso entre los 27 miembros, resuena con las medidas extraordinarias adoptadas durante la crisis del coronavirus, ofreciendo un paralelismo intrigante en términos de solidaridad y acción conjunta.
La iniciativa de la UE destaca la búsqueda de soluciones «creativas» para apoyar a Ucrania frente a la agresión rusa, en un momento en que la ayuda estadounidense enfrenta incertidumbres. A pesar de reconocer que Europa difícilmente podría igualar el nivel de apoyo de Estados Unidos por sí sola, Borrell insiste en la importancia de explorar nuevos instrumentos financieros que permitan una respuesta rápida y efectiva.