Dos caminos para Venezuela: Protección para Maduro o seis años más de chavismo

MADURO

En medio de un clima electoral tenso, la decisión del dictador tras las votaciones es la gran incógnita.

Por Francisco Poleo

Publicado originalmente en El Español

En una dinámica democrática normal, el resultado de las elecciones estaría claro. Sin embargo, la gran pregunta es qué hará el dictador tras las votaciones. “En 1988, Estados Unidos entabló negociaciones con el entonces dictador de Panamá, Manuel Noriega. Noriega había sido acusado en Miami de tráfico de drogas y lo queríamos fuera de su cargo y fuera de Panamá”, recordó Elliott Abrams, exenviado especial de Donald Trump para Venezuela, en un artículo publicado recientemente.

“Para sacar a Noriega y devolverle a Panamá la democracia, le ofrecimos un trato: anularíamos la acusación si se iba”, relató Abrams, entonces subsecretario de Estado para América Latina en la administración Reagan. Noriega “negoció durante un tiempo, pero al final se negó”. Tras negarse a aceptar el trato, fue depuesto dos años después, juzgado y sentenciado a cuarenta años de cárcel.

Es por esto, y tras recordar que pocas transiciones en el mundo se han dado sin una amnistía, que Abrams urge a la Casa Blanca a ofrecerle esta figura a Nicolás Maduro para que abandone el poder si pierde las elecciones del próximo 28 de julio.

Es consenso en las encuestas que el actual mandatario no supera, en el mejor de los casos, el 30% de los votos. El apoyo al candidato opositor, Edmundo González Urrutia, oscila entre el 60% y el 70%.

En una dinámica democrática normal, el resultado estaría cantado. Sin embargo, la gran pregunta es qué hará Maduro tras las votaciones. Probablemente, a estas alturas, ni él mismo lo sepa a ciencia cierta. Modificar unos resultados tan abultados, y con una oposición plenamente movilizada, será una tarea titánica hasta para un régimen con control casi absoluto de las instituciones.

Luego, el régimen venezolano no es de carácter monolítico. Lo era el de Hugo Chávez, más no el de Maduro, quien es una suerte de coordinador de distintas facciones. En este momento, todos calibran si tienen boleto en el avión de la transición. Maduro y su mujer, gracias a las gestiones ante Washington y Bruselas de Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional y jefe negociador del régimen, tienen asegurado el suyo. No tanto Diosdado Cabello, vicepresidente del partido oficialista, y Vladimir Padrino López, ministro de la Defensa, y ahí es donde se puede trancar el juego.

Hablando de Padrino, el otro factor determinante serán los militares. Lo han sido en toda la historia de Venezuela y en otras transiciones como la de Chile o la de España. Son el verdadero soporte del actual régimen y Padrino ha sabido conducir el tema con buena suerte para el chavo-madurismo. Sin embargo, el actual Alto Mando Militar lleva una década en el poder y la presión de los cuadros medios ya se siente. Una catarata de votos opositores puede, en consecuencia, causar conmoción en los cuarteles.

La mejor opción para Maduro era que la oposición no participara. Se la jugaron a que, bajo el liderazgo de María Corina Machado, considerada como “extremista”, la dirigencia opositora iba a llamar a la abstención y las manifestaciones callejeras si subían el nivel de persecución. No ocurrió así a pesar de la brutal represión desde principios de año.

Machado, en actitud estoica, se ha mantenido firme en la ruta electoral.

En código de Juego de Tronos, recordemos cómo la aspirante Daenaerys perdió los estribos y quemó la capital ante las agresiones en su contra de la reina Cersei, con quien inclusive intentó negociar y fue traicionada. María Corina, a pesar de todo, no ha clamado “dracarys” e incendiado las calles.

Este estoicismo será fundamental el 28 de julio. Pero, sobre todo, el 29 de julio y en los días subsiguientes. El nuevo período presidencial en Venezuela arranca el 10 de enero de 2025, por lo que la verdadera negociación durará más de cinco meses. Las armas de la oposición en ese lapso deberán ser, además de la eventual catarata de votos, una amnistía y/o una justicia transicional, mientras que Maduro tendría a su disposición el control de las instituciones, incluyendo el Poder Judicial y, quizás, los cuarteles.

No podemos cerrar este artículo sin afirmar que una amnistía es chocante para las víctimas, entre las cuales se encuentran este articulista y su familia. Sin embargo, sin la recuperación de la democracia, toda lucha habrá sido en vano.

Las opiniones publicadas en El Nuevo País son responsabilidad absoluta de su autor.

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