El madurismo despliega su operativo judicial con la presencia de Diosdado Cabello y el Gran Polo Patriótico en el Tribunal Supremo de Justicia
La mañana de este viernes 9 de agosto se convirtió en el escenario de un nuevo acto de la farsa montada por el régimen de Nicolás Maduro, cuando el primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello, hizo su entrada en el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) junto con los representantes de los partidos que conforman el Gran Polo Patriótico (GPP). Esta audiencia, parte de una serie de maniobras judiciales que solo buscan dar una fachada de legalidad a un proceso viciado, es otro capítulo en la larga saga de un régimen que se aferra al poder a cualquier costo.
Pasadas las 11:45 de la mañana, Cabello y su séquito de marionetas políticas acudieron a la citación del TSJ, un órgano que ha demostrado ser poco más que un títere del Ejecutivo. Entre los asistentes se encontraban figuras del PSUV y de otros partidos del GPP, como Tupamaro, Patria para Todos (PPT), Somos Venezuela, ORA, Podemos, y más. Todos ellos, actores en un teatro diseñado para simular una legitimidad que se desvanece bajo la luz de la realidad.
La audiencia de este viernes no es más que un intento desesperado por parte de Nicolás Maduro y su régimen de consolidar un fraude que ya ha sido ampliamente denunciado por la oposición y la comunidad internacional. La presencia de Cabello y los representantes de los partidos del GPP no es sino una muestra del aparato de poder que el chavismo ha construido para mantenerse en control, a pesar de la creciente crisis que enfrenta el país.
Los nombres de los asistentes, desde Hipólito Abreu de Tupamaro hasta Ricardo Sánchez de Alianza por el Cambio, son bien conocidos en los círculos del poder chavista. Sin embargo, su presencia en el TSJ no cambia el hecho de que el proceso judicial en curso está viciado desde sus cimientos. Lo que se está jugando en estas audiencias no es justicia, sino la perpetuación de un régimen que ha perdido toda legitimidad ante los ojos de la mayoría de los venezolanos.
Este circo judicial se enmarca en una estrategia más amplia del régimen para sofocar cualquier forma de disidencia y mantener su control a toda costa. Mientras tanto, el pueblo venezolano sigue sufriendo las consecuencias de un sistema que prioriza la supervivencia de una élite corrupta sobre el bienestar de la nación.
La «información recabada» por el TSJ, como si se tratara de una auténtica búsqueda de justicia, no es más que una excusa para justificar lo injustificable. La realidad es que el chavismo, bajo la dirección de figuras como Cabello, está dispuesto a todo para asegurarse de que el fraude que comenzó el 2 de julio se consolide antes de la toma de posesión en enero. Pero el mundo está mirando, y la historia no será amable con quienes sacrifican la democracia por su propia supervivencia.