La OPEP reporta un aumento a 928.000 bpd en julio, mientras fuentes secundarias revelan datos más bajos. El país sigue atrapado en una espiral de sanciones y expectativas incumplidas.
En el juego de números que caracteriza al volátil mercado petrolero venezolano, julio de 2024 trajo un ligero respiro, aunque envuelto en un manto de dudas. La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) reportó un modesto incremento en la producción de crudo del país, alcanzando los 928.000 barriles por día (bpd), apenas un 0,65% más que en junio. Pero, como en un juego de espejos, las fuentes secundarias no oficiales pintan una realidad diferente, sugiriendo que la producción real fue de 852.000 bpd, un aumento de solo 0,82% desde los 845.000 bpd del mes anterior.
Las discrepancias entre las cifras oficiales y secundarias no son nuevas en Venezuela, un país donde la realidad económica y política rara vez se muestra sin filtros.
Lo que sí es claro es que, a pesar del pequeño incremento, la producción petrolera venezolana sigue siendo una sombra pálida de lo que alguna vez fue. Antes de que la crisis económica arrasara con la industria en 2014, Venezuela bombeaba alrededor de 3 millones de bpd, una cifra que hoy parece un recuerdo lejano, casi mítico.
Las autoridades venezolanas, en un gesto más cercano al optimismo que a la realidad, habían proyectado cerrar 2023 con una producción superior a los 2 millones de bpd.