En medio de la crisis migratoria, Panamá y EE. UU. colaboran para devolver a migrantes, mientras venezolanos continúan su travesía hacia el norte.
La peligrosa travesía por la selva del Darién ha sido un camino angustioso para miles de venezolanos que buscan un futuro mejor en Norteamérica. Este martes, en un esfuerzo conjunto entre Panamá y Estados Unidos, despegó el primer vuelo de retorno financiado por el gobierno estadounidense, llevando a bordo a 29 ciudadanos colombianos desde la capital panameña hacia Medellín. Aunque este vuelo no incluía a venezolanos, refleja un endurecimiento de las políticas migratorias que afecta directamente a quienes huyen de la crisis en Venezuela.
Con más de 230.000 migrantes irregulares atravesando el Darién en lo que va de año, la mayoría de ellos venezolanos, el flujo migratorio ha alcanzado niveles sin precedentes, obligando a Panamá y a Estados Unidos a tomar medidas más drásticas. El viceministro panameño de Seguridad, Luis Felipe Icaza, anunció que más vuelos de retorno están programados para los próximos días, siguiendo el memorándum firmado entre ambos países el 1 de julio.
El presidente panameño, José Raúl Mulino, quien asumió el cargo en esa misma fecha, ha mantenido su promesa de «cerrar» el Darién a la migración, una medida que ha sido respaldada con un apoyo financiero de 6 millones de dólares por parte de Estados Unidos. Este acuerdo permite que los vuelos de deportación no representen un costo adicional para Panamá, algo que Mulino enfatizó recientemente al señalar que «la frontera de Estados Unidos en vez de Texas se corrió a Panamá».
Mientras los migrantes colombianos son deportados, los venezolanos, considerados los más numerosos en esta crisis, enfrentan una situación incierta. Las tensiones diplomáticas entre Panamá y Venezuela complican la posibilidad de repatriarlos, según explicó Roger Mojica, jefe del Servicio Nacional de Migración (SNM). “Ahorita mismo se nos impide hacer cualquier movimiento hacia Venezuela”, afirmó Mojica, agregando que los venezolanos, tras recibir atención médica y alimentos en las estaciones migratorias del Darién, son permitidos a continuar su viaje hacia el norte bajo un flujo controlado.
Sin embargo, el camino hacia Estados Unidos está lejos de ser seguro. Marlen Piñeiro, agregada regional de seguridad interna de EE. UU., advirtió que “la mayoría de las personas” que logren llegar a la frontera norteamericana tras cruzar el Darién «no van a calificar para entrar» al país, lo que podría significar un callejón sin salida para muchos migrantes venezolanos.