El hombre que rompió todos los récords de hits en la MLB y que quedó fuera del Salón de la Fama por apostar en el deporte que lo hizo leyenda, falleció dejando una historia tan brillante como polémica.
Pete Rose, el legendario líder de imparables de la MLB y protagonista de uno de los mayores escándalos en la historia del béisbol, murió a los 83 años. La noticia fue confirmada por Stephanie Wheatley, portavoz del Condado Clark de Nevada, aunque las causas exactas de su fallecimiento aún no se han determinado.
Para los fanáticos que crecieron viendo a los Rojos de Cincinnati en los años 60 y 70, Rose era un fenómeno. El tipo que siempre llevaba el número 14, con su melena desordenada y brazos musculosos, rompía récords sin piedad. Elegido 17 veces al Juego de Estrellas, Rose ganó tres Series Mundiales y acumuló una lista de logros que lo colocaron entre los mejores de todos los tiempos.
El rey de los hits… y del escándalo
Su récord más impresionante: 4.256 hits, superando los 4.191 de Ty Cobb. A sus 44 años, jugando como manager-jugador, Pete Rose alcanzó la marca que nadie creía posible. «Cada verano tres cosas sucederán», solía decir. «El césped se pondrá más verde, el clima será más cálido y Pete Rose llegará a 200 hits y .300 al bate”. Y vaya que lo hacía.
Pero todo cambió en 1989, cuando el comisionado de la MLB anunció una investigación por las «serias acusaciones» de que Rose había apostado en juegos, incluidos aquellos en los que participaban sus propios Rojos. A pesar de sus negativas, la investigación concluyó que había estado involucrado en apuestas durante tres temporadas, manchando para siempre su legado.
“Manchó el deporte y ahora debe vivir con las consecuencias”
Estas fueron las palabras del comisionado A. Bartlett Giamatti en agosto de 1989, cuando Rose fue vetado de por vida del béisbol, lo que le cerró la puerta del Salón de la Fama. Aunque Rose siempre insistió en que no apostó en juegos de béisbol, el daño estaba hecho. Nunca fue reincorporado y, aunque recibió votos en 1992, jamás fue elegido para Cooperstown.
Una vida más allá del escándalo
Nacido en Cincinnati y criado en un vecindario de clase trabajadora, Rose fue un símbolo del esfuerzo y la dedicación. Durante su carrera, jugó en varias posiciones, adaptándose y dominando en cada una de ellas, siempre dejando todo en el campo.
Aunque su carrera profesional terminó en controversia, fue homenajeado por los Rojos en 2016 cuando lo incluyeron en su propio Salón de la Fama, y un año antes se develó una estatua suya en el Great American Ball Park. Sin estar en Cooperstown, su legado sigue vivo en los corazones de los fanáticos y en los recuerdos de sus hazañas en el diamante.