Más de 90 días de manifestaciones se han llevado a cabo en Venezuela y desde el primer día el régimen no lo pensó dos veces y reprimió las marchas con bombas lacrimógenas, agua a presión de los camiones ballenas y perdigones.
Sin embargo, los efectivos de seguridad han utilizado más las lacrimógenas para reprimir las protestas de la oposición, lo que, para la presidenta de la Comisión de ambiente de la Asamblea Nacional, María Gabriela Hernández, es un uso «indiscriminado y desproporcionado».
En entrevista a El Nuevo País, la parlamentaria afirmó que la Constitución, en su artículo 68, prohíbe el uso de armas tóxicas para el control del orden público, «o sea en Venezuela no se pueden usar gases lacrimógenos para el control de las manifestaciones públicas», señaló.
«Se ha utilizado el gas lacrimógeno para causar terror, tener un efecto letal, tanto por la desproporción como por la forma en que se están disparando», afirmó Hernández y añadió que el uso que le ha dado el régimen de Nicolás Maduro ha provocado que personas ajenas a las manifestaciones sean víctima de estos gases.
La presidenta de la Comisión de Ambiente del Parlamento explicó que la Organización de Naciones Unidas (ONU) emitió una resolución en el año 1999 sobre el uso de armas químicas para el control de manifestaciones que está dirigido a aquellos países que no tienen establecida su prohibición dentro de su legislación.
En este sentido, indicó que la resolución establece que el uso de estas armas no puede terminar en lesión o muerte de las protestas, «pero resulta que en Venezuela el físico de la bomba termina siendo un arma letal», debido al uso que le dan los efectivos de seguridad.
La diputada aseguró que el uso que se le da actualmente a lacrimógenas «obedece a una forma de bioterrorismo», porque considera que «la cantidad de lacrimógenas en lugares donde resultan afectados, niños, jóvenes y ancianos no es proporcional a las manifestaciones».
Asimismo, afirmó que los químicos que contienen estas bombas pueden ser responsables de abortos, cáncer, irritación de las vías respiratorias, alteración del sistema nervioso e «incluso puede causar la muerte, ya no por impacto, sino por su respiración en grandes cantidades».
La diputada también señaló que el químico que se utiliza para estas bombas es el cloroacetofenona, que puede durar hasta 5 días en el medio ambiente, por lo que una persona que no haya sido afectada directamente podrá aspirar el químico cuando pase por una zona donde fueron lanzadas.