Guillermo Tell Aveledo Coll, politólogo, dedicado a la historia intelectual como se describe, explicó a El Nuevo País y Zeta que la actual crisis que vive Venezuela no ha sido la única en su historia, pero «la relativamente larga estabilidad del siglo XX, hace que no haya venezolanos que tengan memoria vívida de esas situaciones».
Aveledo aseguró que es por ello que «para una importante mayoría venezolanos esta es la primera época en la cual, sin una guerra declarada, existe una amenaza existencial a su modo de vida», que está representada en el modelo político del oficialismo como el que hace el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) nacido con Hugo Chávez, «comprendidos de diversas maneras «casi todas negativas».
- ¿Se habían vivido conflictos políticos como el que se está viviendo en Venezuela y si se vivieron, cómo se afrontaron?
En nuestra historia, las dos grandes crisis previas que se pueden comparar son las guerras de Independencia y la Guerra Federal, en un largo continuo. Pero con toda la violencia y la considerable emigración que produjeron, terminaron abriendo el espacio público: sólo los sectores más renuentes a ese cambio decidían partir. Hoy cientos, quizás miles, de venezolanos especialmente los más jóvenes, desean cambiar de país.
- ¿Cómo afrontan los venezolanos la situación actual?
Ante todo sistema político, decía Albert Hirschman, los individuos, tienen tres opciones: ser leales, demandar cambios o salirse. Hasta ahora, el Estado-PSUV ha logrado en apariencia haberse impuesto a quienes demandan cambios, por lo que esa exigencia se encuentra agazapada, subyacente.
Señaló que ante este panorama el régimen solo deja una opción a quienes no están de acuerdo con ellos, «te quedas obedeciendo, o te vas».
La impopularidad del régimen
Aveledo detalló que el descontento y el repudio de los venezolanos por el régimen y la cúpula de Nicolás Maduro no podrían ser comparados con los que han existido en la historia del país. «Se percibe de manera creciente que la persistencia del modelo ideológico y sus efectos políticos y económicos obligan a multitudes a reformular los proyectos personales. Por eso decimos que es existencial», dijo.
Expresó que la demanda de cambios en Venezuela «está inhibida, no postrada, acabada, o falta de razones para levantarse, sí con el temor de no poder recuperarse nunca más, con la desconfianza y el resquemor de no haber logrado su objetivo. Se asume que la causa de esa inhibición es una falta de potencia de la sociedad o de decisión de su liderazgo ¿Es que se olvida que la represión vivida estos meses fue extraordinaria? ¿Cuántos fallecidos no hubo apenas el 30 de julio? ¿Cómo ha sido la arremetida desde entonces? ¿Cuántos alcaldes proscritos, medios cerrados, vidas amenazadas?».
La persecución a la dirigencia
Guillermo Aveledo aclaró que la dirigencia política opositora en Venezuela durante toda la historia ha sabido a que se enfrenta. Sin embargo, «hay una enorme asimetría relativa entre el Estado-PSUV y la sociedad venezolana, aunque para algunos estamos en los estertores de ese dominio. Ése es un dominio que tiene un sustento debilitado, pero que ha logrado debilitar aún más a la sociedad».
- ¿Cómo afronta el conflicto la dirigencia golpeada, minimizada y perseguida?
Nadie, de quienes piden una transformación del poder en Venezuela, se llama a engaños. El liderazgo sigue allí. Salvo aquellos que se han visto forzados, no hay una desbandada: todos están en sus regiones, ante sus comunidades. Pero la valentía y aplomo individuales no son sustitutos de la claridad estratégica.
Reconsiderar los mínimos que alimentaron la Unidad, no sólo la alianza electoral, sino la promoción de un régimen pluralista y popular. ¿Comparten esa meta sectores externos a la Unidad? Eso parece, y lo más probable es que la necesidad reúna nuevamente a todos los grupos.
- ¿Existió persecución y ataque a la dirigencia en otro momento de la historia de Venezuela?
En la historia de Venezuela, sólo los cuarenta años de la República de partidos marcaron una diferencia. El chavismo, como parte del plan histórico del socialismo marxista más autoritario, ha perseguido y atacado desde su año cero: al Congreso, la antigua Administración Pública, los técnicos petroleros, los militares institucionales, el empresariado y los sindicatos, las Universidades y los estudiantes, y la Iglesia Católica.
Resaltó que «la represión ya no está concentrada en la dirigencia, como en los regímenes de antaño. El Estado-PSUV estimula una violencia anárquica y antisocial, atacan discriminadamente a particulares, a su propiedad, a sus pocas fuentes de riqueza, en una mezcla del barbarismo de «la Sagrada» gomera y la discrecionalidad cruel de la Seguridad Nacional».
- ¿A qué se atribuye que este país, que podría considerarse rebelde ahora este apagado?
El descontento, y las razones del descontento, permanecen. Sí, vivimos un decaimiento porque sobrevino un choque de expectativas. Se pensaba que estos sacrificios causarían un cambio, y como no ocurría, se fue debilitando el empuje. La energía invertida –para decenas, vitalmente sacrificada- no resultaba suficiente ante la resiliencia de la coalición gobernante, que se ha mostrado dispuesta a todo medio.
No podemos desestimar que algunos hayan reconsiderado pasar de demandar cambios a ser leales para sobrevivir o salirse del juego, con lo cual refuerzan el status quo. Quienes desean que ese deseo de cambio latente se haga realidad, debe plantear modos que de manera realista encaren las posibilidades de dicho cambio.