Es indispensable que se inicie una negociación para construir un esquema de cohabitación para el período 2019-2024, más allá de quien gane las elecciones.
En este 2018 la lucha por el poder entre las fuerzas en pugna tendrá un momento crucial en las elecciones presidenciales. Ellas pudieran representar, bien sea el ascenso de la oposición al frente del Poder Ejecutivo, o bien la permanencia en Miraflores del sector gubernamental. La fecha de la votación ya ha sido escogida por la Asamblea Nacional Constituyente, aunque esto es parte de las negociaciones en curso, así como otros aspectos relacionados con las condiciones en que se celebrarán estos comicios.
En todo caso, la mecánica electoral ya se ha puesto en marcha y tiene su propia dinámica. Del lado de la oposición, la búsqueda de un candidato unitario y atractivo que les permita vencer la abstención y participar de forma competitiva. Del lado del Gobierno, ya ha sido escogido el candidato, Nicolás Maduro, que ha iniciado la campaña con elementos festivos propios de las elecciones convencionales y con un formato extrapartido que busca consolidar la votación de los sectores sociales beneficiarios de los programas sociales, para lo cual ha adoptado una nueva simbología y se ha creado una nueva organización, Somos Venezuela.
Ahora bien, más allá de las negociaciones sobre la fecha y condiciones electorales, no se ha adelantado hasta ahora una negociación sobre acuerdos para el período 2019-2025, en el que le corresponderá ejercer a quien resulte electo en 2018, bien sea un candidato de la oposición o el propio Maduro. Este es el asunto crucial que determina todo lo que antecede al momento de la votación. Y, extrañamente, no ha sido abordado en las conversaciones.
Gane quien gane en las presidenciales, el cuadro de equilibrio de la correlación de fuerzas no será alterado sustancialmente, de modo que de ganar Maduro se encontrará en circunstancias semejantes a las actuales. Y la oposición, aunque con la palanca del Ejecutivo en sus manos, tendrá frente a sí un movimiento político y social enraizado en la base y con el control de importantes porciones en el conjunto del aparato de Estado. Así que el momento electoral no definirá plenamente el conflicto entre las fuerzas políticas y sociales que se confrontan en la actualidad. Este es el meollo del problema.
Además, habría que tomar en cuenta el contexto económico y social en que se desenvolverá el gobierno que resulte de las elecciones de este año. Los problemas de la economía son verdaderamente graves, con efectos sociales muy nocivos, a pesar de los programas de distribución de la riqueza. Una situación económica y social que se ha agravado fuertemente por las medidas de bloqueo financiero.
Visto que la correlación de fuerzas continuará en equilibrio luego de las presidenciales, y dado el cuadro económico por el que atraviesa el país, se hace indispensable que se inicie una negociación de fondo para construir un esquema de convivencia y cohabitación para el período 2019-2024, más allá de quien gane las elecciones de este año. Este es el meollo de la negociación.