Se requiere una actualización sincera en religión, filosofía, política, economía, educación, ciencias sociales y ciencias exactas, para que la humanidad avance de verdad.
El pasado domingo terminó en los países católicos otra Semana Santa. Más allá de la tradición de siglos, parece llegada la hora de reflexionar sobre lo que debemos cambiar para que el amor de verdad se haga presente entre todos los seres humanos.
Hay que reconocer que los papas recientes han corregido errores y malas interpretaciones y traducciones de algunas escrituras, pero aún predominan mitos que deben ser erradicados con una actualización honesta para bien de toda la humanidad.
Los jóvenes de hoy lo piden abiertamente. Ni el cielo atrae a los buenos ni el infierno asusta a los malos.
Muchos prejuicios impidieron durante siglos una discusión racional sobre vacíos en el significado de imágenes como la de Jesús crucificado. Los primeros cristianos preferían a Cristo vivo y no crucificado como cualquier criminal. Esa imagen nunca ha sido un mensaje de amor para la humanidad. En la práctica es una inobjetable evidencia de que siempre habrá poderosos que crucificarán al que se les oponga y eso es lo dominante en países donde gobernantes autoritarios y personalistas imponen sus caprichos sin importar las consecuencias que sufran sus semejantes. La Historia se repite siglo tras siglo y el calendario religioso se llena de mártires.
El poeta venezolano Francisco Salazar Martínez, nacido el 17 de diciembre de 1924 en Aragua de Barcelona, estado Anzoátegui, y muerto el 15 de julio de 2015 en Porlamar, estado Nueva Esparta, planteó algo de eso en un soneto que remató: “Desde tu cuerpo, pasto del amor;/sobre esa cruz que es pino de dolor/predicas el amor que nunca he visto./Ni en palabras, ni en sueños de dolor/jamás he visto el rostro del amor,/y debes perdonarme, Jesucristo”.
Hay que revisar con mucha humildad el mito de que el hombre es el animal más inteligente, partiendo de que es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.
No es casualidad que la conmemoración de la resurrección de Jesús dependa del equinoccio de primavera, cuando el Sol hace su entrada en Aries, y todos los seres vivos, menos el hombre, se renuevan.
Dijo el maestro espiritual Omraam Mikhael Aivanhov, nacido el 31 de enero de 1900 en Macedonia y fallecido en 1986: “Sí, todo, excepto el ser humano. Los hombres no cambian, no se sintonizan con esta renovación, sienten algo en el aire, en la naturaleza, pero no se dejan influir. Deben aprender ahora a abrir sus puertas y sus ventanas para que esta vida pueda también impregnarles; es una lástima que este renacimiento se produzca en la naturaleza y que los humanos, demasiado concentrados en las viejas cosas, apenas lo noten”.
El maestro vivió mucho tiempo en la India y agregó: “El secreto de la resurrección está ahí, delante nuestro, en la naturaleza, y espera que nosotros lo comprendamos, que nos decidamos a morir conscientemente para que surja en nosotros un ser humano nuevo”.
Queda claro que se requiere una actualización sincera en religión, filosofía, política, economía, educación, relaciones humanas, ciencias sociales y ciencias exactas, para que la humanidad avance de verdad, no solo en logros materiales sino en logros espirituales.
@jajogra