El fin de la era de los Castro en Cuba debe ir junto a otros sueños negativos que han dominado en las últimas décadas a Latinoamérica.
En los años sesenta se dieron la guerra de Vietnam, la aparición de la píldora anticonceptiva, la liberación femenina, el derrumbe del muro de Berlín, los cambios en la URSS, el comienzo de la revolución cubana y el fortalecimiento de la Internacional de las Espadas, dictaduras apoyadas por los conservadores norteamericanos.
Lo bueno debe permanecer y mejorarse continuamente, pero todo aquello que trae muerte, miseria y atraso tiene su ciclo de vencimiento.
Sesenta años de errores repetidos deben cancelar para siempre experiencias como la revolución cubana, el Foro de Sao Paulo, el bolivarianismo político y la negación del capitalismo y liberalismo aunque son menos propensos a producir ruinas donde hay riquezas.
Los venezolanos, por ejemplo, debemos asumir el serio compromiso de administrar el petróleo y otras riquezas naturales que nos colocan en el centro de cualquier conflicto entre las grandes potencias. Lo racional es que el petróleo y todo lo demás sirvan para el progreso de todos los venezolanos y no nada más de las cúpulas de uno y otro signo político.
En Venezuela urgen medidas serias para superar la crisis que cobra muertos día tras día por falta de alimentos, medicinas, seguridad ciudadana y malos servicios públicos.
No podemos permitir que el tiempo siga pasando y el país siga empeorando, mientras vemos la puja entre dos tribunales supremos de justicia, dos asambleas nacionales, dos fiscales generales y dos oposiciones.
Este juego perverso está matando mucha gente. No podemos seguir viviendo de imposturas. Ni el Gobierno cumple su cometido ni la oposición logra el suyo.
El libro del doctor norteamericano en física Alan Sokal y el físico teórico belga Jaen Bricmont, “Imposturas intelectuales” parece encajar en lo que hacen los políticos venezolanos. Están abusando de conceptos científicos, económicos y sociales en perjuicio de las grandes mayorías que quedan a la deriva, presa fácil de cualquier otro inescrupuloso.
Venezuela necesita con urgencia políticos honestos, jueces honestos, ingenieros honestos, militares honestos, policías honestos, periodistas honestos y gente honesta que asuma que nada es gratis en la vida, que cada quien debe trabajar para ganarse el sustento y todo lo que requiera para elevar sus niveles de vida.
El pueblo necesita que los políticos le permitan asumir lo que dice el artículo 62 de la Constitución vigente: “La participación del pueblo en la formación, ejecución y control de la gestión pública es el medio necesario para lograr el protagonismo que garantice su completo desarrollo, tanto individual como colectivo. Es obligación del Estado y deber de la sociedad facilitar la generación de las condiciones más favorables para su práctica”.
Lo correcto es comenzar por dejar que sea el pueblo quien decida si va a votar o no el 20 de mayo. Basta de campañas de confusión y negación de la realidad cambiante. A un mes de las elecciones presidenciales, no se puede seguir ocultando o minimizando que hay mejores condiciones electorales que en 2015. El CNE está llevando este proceso con mucha más transparencia que los anteriores.
@jajogra