Por.- Jaime Granda
-La Constitución y las leyes son letra muerta. La Justicia también está enferma
Esta segunda semana de julio de 2018 es determinante para la salud del país. Los gremios de enfermería, médicos y demás relacionados estaban dando el martes los toques finales para acciones más radicales ante la apatía de los ministros del área y el Gobierno en general.
A pesar de las diferencias del Colegio Médico de Caracas con la Federación Médica Venezolana, el martes se avanzó, luego para el jueves 12 estaba prevista otra reunión y el viernes debe haber una decisión final.
La mayoría de los médicos coinciden con las enfermeras y enfermeros en que el sector salud debe tener los mismos privilegios que el Poder Ejecutivo ha otorgado al sector militar en materia de salarios y demás beneficios económicos.
Las enfermeras y enfermeros amenazaron con ir el jueves 12 hasta el Palacio de Miraflores a plantear al jefe del Poder Ejecutivo lo que el ministro de Salud se ha negado a oír.
El tema de la salud va de la mano con el tema de la alimentación porque los seres humanos, al igual que el resto de los seres vivos deben comer cada día y tener a su alcance el vegetal o la sustancia apropiada ante cualquier problema de salud.
La situación confusa que vive el país impide a muchos políticos entender que todo lo que está ocurriendo en el sector salud tiene que ver con la salud de la economía. La salud de la economía es muy delicada. Pudiera decirse también que la economía está enferma. Lamentablemente, la economía venezolana ha sido destruida y muchos advierten que ha sido adrede para que las grandes mayorías dependan de lo que el Gobierno les permita recibir mediante operativos como las cajas Clap, ferias y operativos con precios por debajo de los que impone la creciente hiperinflación. Los empresarios y productores agropecuarios alertan que el anunciado “Plan 50” no busca recuperar a la enferma economía, sino controlar lo poco que se produce en los campos para aumentar el chantaje a la población más necesitada.
Todo lo que digan nuestros políticos desde la legítima Asamblea Nacional, el legítimo Tribunal Supremo de Justicia en el exilio o cualquier otra instancia internacional, no resuelve el panorama político-económico-social que habilidosamente maneja el proyecto instaurado desde 1999 con el apoyo de Cuba y Rusia. Eso ya está claro para algunos intelectuales que se prestaron al juego inicial desde comienzos de los años sesenta.
Cuba y Rusia han logrado controlar las pasiones de los políticos venezolanos que a su vez las inyectan a las masas sin que sus discursos afecten al grupo gobernante.
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Sin brebajes
Poco a poco, algunos intelectuales venezolanos están superando lo que el economista Oscar Morales llamó hipnosis colectiva en artículo de opinión publicado el domingo pasado en el periódico zuliano Panorama.
Morales planteó de entrada: “Nos sumergimos en una hipnosis colectiva desde el final del siglo XX hasta ahora y no hay brebajes que nos despierte. Nos llevaron a un trance profundo que nos ha costado el derrumbe de todos los indicadores de desarrollo humano. Y hoy estamos caminando hacia el peor estado sentimental del ser humano: la resignación”.
Más adelante agregó: “Mientras tanto, la ciudadanía busca un sexto sentido que anticipe lo que viene; pero se desorienta perdiendo todos los sentidos. De repente, nos quedamos sin temas medulares que nos pongan a debatir sobre algún proyecto que implique futuro, y sólo nos dedicamos a pensar cómo nos alimentamos hoy”.
El economista recuerda que “se ha demostrado que el sostenido progreso de los países sólo es posible bajo parámetros de conciliación, armonía y concordia, dado que esta atmósfera permitiría crear reformas modernizadoras y se configurarían los avances conducentes al desarrollo económico. Lo contrario, es retroceso y ruina”.
Morales concluye: “Aparentemente, fuimos despojados de nuestra consciencia y no hay quién nos despierte de ese estado hipnótico destructivo. Nos hostigan con proyectiles de miedos que nos provoquen inacción atenazadora”.
Eso retrata la estrategia del proyecto manejado desde Rusia y Cuba. La gran mayoría de venezolanos no tiene tiempo para pensar cómo salir de esto porque gastan muchas horas de las 24 de cada día haciendo colas para conseguir el sustento diario o la medicina que necesita alguien de la familia para ver si sobrevive a esta tragedia.
Nuestra dirigencia política sigue actuando como si lo que se instaló en Venezuela desde 1999 respondiera a las leyes y la Constitución supuestamente vigente. Mientras cada día denuncian violaciones a esas leyes y la Constitución de 1999, que en la práctica son letra muerta, sirven al Gobierno para mostrar al resto del mundo que en Venezuela hay democracia porque la oposición puede decir lo que quiera.
Entretanto, miles de venezolanos mueren de desnutrición, por falta de asistencia hospitalaria, falta de medicamentos, o por acciones de una delincuencia desatada con armamento militar de alto calibre que no acata lo que dicen los costosos afiches que el Gobierno coloca en los vagones del Metro y otros lugares con la recomendación: Desarma la violencia.
Instituciones enfermas
En el mismo periódico zuliano vimos la opinión de la doctora Hildegard Rondón de Sansó, quien integró
la desaparecida Corte Suprema de Justicia, creada bajo la Constitución de 1811 y sustituida en 1999 por el Tribunal Supremo de Justicia.
La doctora Rondón se refirió a otros enfermos en el escenario venezolano al expresar: “La corrupción pareciera un fenómeno físico, tal como lo es en el campo de los metales que, en las esferas de los poderes públicos, debilita las instituciones y las hace perder su prestigio y la confianza que deben ofrecer a la sociedad. Si bien toda corrupción pública es nefasta, la que incide en forma más negativa sobre las instituciones es la que opera sobre los órganos de la justicia. Estos órganos enfermos, operan sobre algo que es esencial en la vida social, porque el valor más importante del Estado es su poder de dar a cada quien lo suyo y asegurar que ello se cumpla en forma real y efectiva, lo cual corresponde al Poder Judicial”.