Por.- Alfredo Michelena
-La remesa familiar, una forma de vida cuyo control codicia el gobierno
La remesa familiar, que los emigrantes italianos, españoles, portugueses, colombianos, ecuatorianos o peruanos mandaban desde Venezuela a sus familias, invirtió su ruta. Ahora el venezolano expatriado es quien manda desde el exterior la remesa a su familia en Venezuela.
Todos sabemos que una buena parte de los venezolanos están recibiendo dólares desde el exterior, como una manera de sobrevivir a la alta inflación y a los bajos sueldos que se están pagando en Venezuela. Todavía esta práctica no es importante en términos del producto interno, pero la evolución del fenómeno y el hecho de que el régimen quiere controlarlo, muestra que lo será en un futuro muy cercano.
Los que se van
La estampida migratoria de los venezolanos ha sido alarmante. No se sabe a ciencia cierta el número de ellos y las estimaciones son muy variadas. Por ejemplo las encuestadoras que proyectan con base a indagar el número de migrantes por familia tienen datos que van desde 7 millones de venezolanos viviendo en el exterior, según la firma DatinCorp ( marzo 2018), pasando por Consultores 21 (4to trimestre 2017) que estima unos 4 millones, hasta los 1,5 millones que estima la Encuesta sobre Condiciones de Vida Venezuela (ENCOVI 2017) y que manejan varios órganos y organismos internacionales como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Si las primeras migraciones de este siglo no superaban las 100.000 personas por año, con una tasa crecimiento inferior al 2% interanual, ahora según nos muestra ENCOVI, la cifra ha venido creciendo de una manera exponencial. Tanto que “el 80% de la emigración reciente desde Venezuela ha salido básicamente durante los años 2016 y 2017”. Entre 2015 y 2017, la migración casi creció un 900%. Según la OIM. Y eso supone que salieron cerca de un millón de compatriotas. Al agravarse la situación en 2018, no es de extrañar que el número de emigrantes venezolanos se acerque al millón, pues no solo serán los cabezas de familia que saldrán, sino que habrá mucha más reunificación familiar.
¿Quiénes son?
La lenta migración de los tres primeros lustros de este siglo fue provocada fundamentalmente por los temas de inseguridad personal y jurídica, el miedo al comunismo y la búsqueda de un mejor futuro. Esta primera migración estuvo compuesta en su mayoría por jóvenes profesionales y emprendedores de la clase media. A ellos se les llamaba, al menos en EE.UU, “los balseros del aire”, pues a diferencia de los cubanos llegaban en avión.
La encuesta ENCOVI nos dice: “la emigración venezolana sigue observando un perfil relativamente calificado, si se considera que casi la mitad de los emigrantes reportados han alcanzado la enseñanza universitaria, aunque también parece diversificarse en este último tiempo, a juzgar por casi un tercio de población emigrante que solo alcanzó el bachillerato o no lo completó”.
La estampida que ha provocado Maduro se da por problemas de sobrevivencia. La gente sale por hambre y otras necesidades básicas. Es una migración más económica que política. La mayoría sale para conseguir ingresos no solo para él sino para la familia que dejó atrás. La migración más reciente, según diversos estudios, muestra un aumento en el estrato “marginal-popular”, que según Consultores 21 pasó de ser el 22% en 2015 a 33% en 2017 (IV trimestre). La Cruz Roja informó recientemente, desde Colombia, que la situación de los migrantes venezolanos es “muy preocupante”, por los altos niveles de malnutrición, diarrea generalizada y un número creciente de casos de enfermedades transmisibles.
Lea también: Maduro apuesta a las remesas familiares
Los que se quedan
La situación en Venezuela se hace cada día más crítica. La aceleración exponencial de la inflación, junto a la escasez y la precariedad de los sueldos hace que no solo la gente viva en el día a día, sino que los que han migrado comienzan a ser parte importante de la economía familiar.
La primera cosa que hay que destacar es que en Venezuela se pulverizó la clase media. Esto se ve en dos tendencia que como tenazas aprietan esa importante clase que creció durante el siglo pasado.
Según la encuesta ENCOVI los hogares “no pobres”- por ingreso- pasaron de ser 51,6 % en 2014 a 13 %. en 2017. A esa rata de decrecimiento y con la aceleración de la crisis económica, es posible asegurar que ese porcentaje de “no pobres” seguramente debe haber caído por debajo de 10% para la mitad de este año. Por su lado la pobreza extrema creció de ser 23,6% en 2014, a cubrir casi dos tercios (61,2 %.) de la población. No en balde la razón de mayor peso para migrar al exterior, es la búsqueda de trabajo, 67% según la mencionada encuesta. En un rango muy parecido (62%) se ubica el factor económico en la de Consultores 21.
El “rebusque”
Al igual que en los años ochenta cuando realicé algunas investigaciones sobre migración, se aprecia un fenómeno muy interesante, que Consultores 21 llama Efecto Frontera. Según los datos de esta encuestadora, el 96% de la región Zuliana y el 85% de los llanos migran por razones de su situación económica. Para los años ochenta se notaba un fenómeno inverso pues era desde los Departamentos colombianos más cercanos en distancia y cultura, de donde se producía la mayor migración hacia Venezuela. Por aquella época la considerábamos una migración internacional con carácter nacional. No tanto por la distancia, sino por la posibilidad del retorno. En todo caso cerca de dos tercios de los migrantes tienen previsto retornar y del total la mitad piensa hacerlo de cambiar la situación del país.
Casi 90% de los consultados recibe o piensa recibir remesas de sus familiares migrantes, según Consultores 21, en particular el 40% informó que recibía regularmente remesas, 21% está a la espera y 28% ha recibido alguna. En las poblaciones cercanas a la frontera con Colombia superan el 90% los que reciben o piensan recibir esas remesas.
Otras encuestas tienen mediciones bastante más modestas. ENCOVI considera que solo el 1,6% hogares existentes son receptores de remesas, mientras que la encuestadora Datos lo estima en un 14% y otras dos firmas consultoras, Ecoanalítica y Datanálisis, rebajan la cifra a un 6%.
Cuanto hay pa’eso
De acuerdo con el Banco de Desarrollo de América Latina (antigua CAF), en 2017 ingresaron al país $2 mil millones por concepto de remesas y se estima que en 2018 el monto podría alcanzar los $6.000 millones. La firma Ecoanalítica calculó que en 2017 ingresaron US$1.500 millones en remesas, lo que es apenas el 1% del Producto Interno Bruto (PIB). Esta es una muy modesta cifra si vemos que las remesas representan el 33,6% del PIB en Haití, 19,5% en Honduras, 18,3% en El Salvador, 11,5% en Guatemala y 10,2% en Nicaragua según el Banco Mundial. Aunque de llegar a los $6.000 millones y con la reducción de casi un 50% que se estima del PIB en 2018, podríamos llegar a niveles cercanos a los de Centroamérica.
El economista Asdrúbal Oliveros de la mencionada firma estimó que las remesas que envían los venezolanos alcanzan un promedio de unos $100 por familia mientras que en Centroamérica, en particular en El Salvador, sería de unos $400 mensuales. Pero también consideran que esto tiende a cambiar drásticamente.
Para Luis Vicente León de la firma Datanalisis, cerca de un cuarto de la población tiene acceso a dólares. Este grupo, que él denomina “los privilegiados”, se compone de un 11% que está repatriando dólares que tenían ahorrados. Nos dice León, que en este grupo ingresan un promedio de $250 al mes. Un 10% de la población vive de las remesas familiares que promedian unos $70 al mes. Y habría un 6% de venezolanos que recibe dólares por su trabajo, algunos legales y otros no. Otra cosa es que ese 80% que vive en bolívares y que para sobrevivir debe acceder a las cajas CLAP, aunque ellas solo cubren el 60% de la población y no siempre las reciben regularmente.
¡Epa! Pásame esos reales
El régimen está consciente de que hay una porción sino importante, al menos significativa de divisas que se mueven en el país sin su control por vía de las remesas y ha decidido ponerles la mano.
En mayo la Superintendencia de Bancos, anunció que las remesas deben ser transferidas a bolívares al cambio de las subastas del Dicom y realizadas por Bancos y las Casas de Cambio autorizadas. Inicialmente esa tasa se acercaba a la del mercado negro o paralelo al fijarse en Bs. 2,2 millones por dólar, pero en pocos días fue aumentada a Bs2,5 millones.
Según el portal informativo Banca y Negocios, en la actualidad el tipo de cambio para remesas es aproximadamente un tercio menor que el dólar paralelo. Los costos asociados con la transacción serían por operación hasta 5%, según establecieron el BCV y el Impuesto a las Grandes Transacciones Financieras. Los bancos además cargan entre $30 y $60$ por transacción, mucho más de lo que cobran las casas de cambio. Adicionalmente estos ingresos deben ser incorporados al monto a declarar del impuesto sobre la renta.
Varios economistas han advertido sobre lo que han llamado una trampa caza bobos. El economista Alexander Guerrero señaló que “gobierno busca fotografiar a quienes reciben remesas. Mi consejo, no utilicen Casas de Cambio del gobierno, apenas lo hagan quedaran registrados y chantajeados por recibir remesas”.
Por estas razones, aunque se está reportando un aumento en el envió de remesas bajo este esquema, muchos pequeños remitentes prefieren enviar sus aportes por las vías tradicionales que hasta ahora se han utilizado. Es decir, contactar a un particular y transar un precio para que su familiar reciba sus millones de bolívares. Esto será posible al menos hasta que el régimen tenga control total de la banca.
Venezuela es ahora un país de migrantes y de migrantes económicos que van en busca de divisas para apoyar a los familiares que dejan atrás. Por ahora el impacto de esas remesas no es notable en la economía nacional aunque que sí como estrategias de supervivencia de una porción de la población. Pero los economistas estiman que en ambas categoría habrá un aumento, es decir habrá más personas dependiendo de las remesas y este ingreso al nivel nacional tendrá mayor peso en el PIB.