Por Leopoldo Puchi
***Con relativa facilidad se hubiera podido adoptar una posición común respaldada por los diferentes factores políticos y sociales.
El atentado del 4 de agosto hubiera podido ser la ocasión para que se diera un paso de acercamiento entre el Gobierno y la oposición, ya que en la actualidad en todo el mundo se ha impuesto como doctrina la condena de acciones armadas que reúnan las características de los métodos terroristas, independientemente de quien los realice o los motivos éticos, políticos o religiosos que los expliquen.
Como se sabe, existen otras formas de violencia política, bien sea golpes de Estado, guerras, guerrillas o sublevaciones, que no generan el mismo grado de unanimidad en las condenas y en relación a las cuales priva el ángulo ideológico o político desde el que se observa el hecho. Pero cuando se trata de terrorismo se ha convenido su repudio universal y no se le confiere justificación alguna que lo valide.
La naturaleza del atentado que ha tenido lugar permitía que se estableciera un punto de coincidencia entre todos los factores del país. Con relativa facilidad se hubiera podido adoptar una posición común respaldada por los diferentes factores políticos y sociales, al margen de su condición moderada o radical. No era necesario un documento único ni actos conjuntos, sino que cada sector se pronunciara desde su posición autónoma con un punto coincidente: el rechazo al método terrorista. Un paso que hubiera abierto las puertas a que se dieran otros.
Sin embargo, hay que constatar que no ocurrió así. Hay quienes intentan explicar esta circunstancia en razón de la falta de credibilidad que tendrían las informaciones provenientes del Gobierno. Tal vez esto hubiera podido influir en la reacción inicial pero no explica que todavía hoy no se haya podido alcanzar esa “posición común” contra el terrorismo. Habría que indagar en otros aspectos y consideraciones.
Ni siquiera la versión que circuló en un primer momento de que hubiera podido ser un auto atentado explica que no se haya condenado el método terrorista. El mundo ha visto innumerables atentados terroristas, y la reacción es la condena sin medias tintas, aunque existan distintas hipótesis sobre posibles autores o causas, o hayan sido realizados por medios poderosos o no.
Ahora bien, lo que pudiera estar sucediendo es que una porción, minoritaria pero influyente, de los sectores de la oposición, al margen de los partidos, estima que en el caso venezolano sí se justifica un atentado terrorista, más allá de lo que ha sido establecido por organizaciones como la ONU al respecto. Lo relevante de la situación es que, aun cuando es una visión de pequeños grupúsculos, tiene la capacidad para inhibir o imponerse, como ocurre con frecuencia con las redes sociales. Y el caso es que hasta algunos intelectuales desempolvan las tesis que históricamente han justificado el terrorismo o el magnicidio, desde las del anarquista Johannes Most hasta las del jesuita Juan de Mariana. En este contexto, la interrogante es: ¿Podrá establecerse una posición única frente al terrorismo en nuestro país?