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Gracias a Putin, Washington tiene la mano ganadora en Venezuela

*** La caída en desgracia de Putin hace que Biden se mueva rápidamente para quitarle la posición en Venezuela.

Por FRANCISCO POLEO

El destino de Ucrania y Venezuelan está entrelazado. La tesis no es nueva. Está planteada desde hace años. Era, sencillamente, un intercambio de cromos. Crimea por Venezuela. Lo difícil era que las piezas calzaran para hacerlo viable. Ahora, gracias a un terrible cálculo de Putin, calzan tan bien que no es descabellado pensar que ambos territorios puedan quedar fuera de las garras rusas.

«Todas las cosas son ya dichas, pero, como nadie escucha, hay que volver a empezar», dijo André Gide. No será la primera vez que se diga que la solución a la crisis venezolana es global, no parroquial. Los más poderosos usan como fichas desechables a aquellas naciones que no tienen cómo defender su soberanía. Eso no desmerece la movilización interna, fundamental para capitalizar el momento en el que se presente una solución extramuros. Sin embargo, es casi imposible que la oposición tenga la mano ganadora si Washington no la tiene. Y viceversa con el madurismo, que, hasta ahora, depende de Moscú.

Es ahora, con Putin como el ejemplo de un paria en toda regla, cuando los ojos del mundo están sobre la heroica resistencia de los ucranianos, que el juego venezolano se destranca cuando más trancado parecía. Biden, con una inusitada rapidez de movimientos, aprovecha la caída en desgracia del ruso para hacer leña del árbol caído, como debe ser en estos casos. Al momento de escribir estas líneas, está en Caracas una delegación de la Casa Blanca ofreciéndole una suerte de salvoconducto a Maduro. Los pragmáticos que rodean al habitante de Miraflores no dudaron en recibir a la comitiva yanqui. Los enviados de Biden, que cuentan con sorprendente apoyo bipartidista, son del más alto nivel.

Por supuesto, el petróleo es una de las razones por las cuales Washington se apresura a quitarle la posición a Moscú. Sin embargo, no es la única. A los números. Estados Unidos importa alrededor de 670 mil barriles diarios de petróleo y derivados de Rusia. Esto representa apenas un 5% de sus importaciones diarias. Venezuela produce alrededor de 700 mil barriles diarios, los cuales no podría destinar en su totalidad a Estados Unidos por compromisos ya adquiridos. El problema lo tiene Europa: 60% de su petróleo es ruso.

Francisco Monaldi, economista experto en el tema petrolero, considera que Venezuela necesita unos cinco años para producir 3 millones de barriles diarios. Rusia exporta en este momento 7 millones diarios. No hay manera de que la producción venezolana sustituya a la rusa sino en el largo plazo. Lo que sí puede pasar es que un conjunto de naciones, hasta ahora alineadas con Moscú, se unan para surtir de petróleo a occidente. Entre ellas, Irán.

Las condiciones políticas están dadas para ello. Con las bardas de Putin ardiendo, sus socios ponen las suyas en remojo. En el caso de Caracas, la propuesta de Washington no sólo incluye la zanahoria del negocio petrolero, que conllevaría al apetitoso levantamiento de algunas sanciones, sino también el palo de entrar en el mismo saco del Hitler del siglo XXI. La Casa Blanca sabe que tiene la mano ganadora, y aprovechará para forzar una transición que garantice la estabilidad política que, a su vez, garantice la estabilidad de los nuevos negocios.

Un obstáculo a tener en cuenta en las negociaciones será Vladimir, pero no Putin. Padrino es quien, con el peso de los fusiles, sostiene a Maduro en el poder. El general es la principal ficha de Moscú en Caracas. Sin embargo, el padrinazgo de Padrino sobre la FANB puede estar acabándose. Las razones son crematísticas. La implosión de la economía rusa no sólo se ha llevado por el medio a los oligarcas de Putin. Varios oficiales venezolanos del más alto rango, que guardaron su dinero en los bancos rusos, ven cómo sus fortunas se esfuman.

El debilitamiento de Putin es el de Padrino.

La negociación también depende, aunque en menor medida, de Cabello. Diosdado, un experto en caerse en lo seco y pararse en lo mojado, elige este momento para alabar constantemente a Putin. No es fortuito. Refuerza su posición como líder del chavismo doctrinario. Desde ahí negociará su futuro. Pero negociará y pactará con Washington. No sería la primera vez que lo hace.