Líderes regionales y operadores de Joe Biden intentan frenar la violencia y exigen transparencia en los resultados electorales.
La situación política en Venezuela ha generado un torbellino de llamadas telefónicas y videoconferencias frenéticas entre los principales líderes latinoamericanos, la Casa Blanca y sus asesores, embajadores y cancilleres. Ante las crecientes sospechas de fraude en las elecciones presidenciales del pasado domingo, en las que Nicolás Maduro fue declarado vencedor, se busca una salida negociada para el chavismo. “Hablamos de la operación política más importante y difícil de este siglo en América”, comentó una fuente al tanto de estas conversaciones de alto nivel al diario español El País.
La urgencia de la negociación radica en evitar que la represión de las autoridades venezolanas contra los manifestantes se intensifique y aumente la cifra de muertos. Hasta ahora, Human Rights Watch ha documentado 20 asesinatos y la Fiscalía venezolana ha reportado más de 1.000 detenciones durante las protestas. Las conversaciones, según El País, están siendo lideradas por operadores de Joe Biden y representantes de los gobiernos de Brasil, Colombia y México, con el objetivo de convencer al chavismo de la necesidad de publicar las actas de los centros electorales y despejar cualquier duda sobre el resultado.
Pocos líderes regionales, relata el diario español, creen ya que Maduro haya ganado limpiamente, y la negativa del oficialismo a mostrar las actas incrementa las sospechas de fraude. Según la información, se desempolvan acuerdos previos que intentaron ser firmados entre el Gobierno de Maduro y la oposición, liderada por Edmundo González Urrutia y María Corina Machado, que comprometían a ambas partes a aceptar el resultado y permitir un traspaso de poderes sin persecuciones ni revanchismo.
Las conversaciones, prosigue El País, son con Maduro y su principal operador político, Jorge Rodríguez, quienes mantienen en público un tono áspero y desafiante. Rodríguez llegó a pedir cárcel para Edmundo y Machado, mientras Maduro acusa a sus oponentes de «conspiración fascista».
Desde el domingo, cuando el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció la victoria de Maduro sin mostrar las actas, las protestas han sacudido el país. La oposición, preparada para este escenario, ha dispuesto testigos en toda la geografía venezolana para documentar las actas y presentar un número alternativo que podría demostrar el fraude.
A medida que la situación se agrava, con Caracas tomada por la policía y los militares, y ciudadanos reduciendo sus desplazamientos por temor a la violencia, la comunidad internacional espera que las negociaciones desbloqueen el impasse. John Kirby, portavoz de la Casa Blanca para asuntos de seguridad nacional, resumió la postura de Washington: “Nuestra paciencia se está agotando a la espera de que el CNE diga la verdad”.
Con información de El País